
Los años no han podido sellar aquel amargo
suceso. Todavía recuerda el día en que llegó a su casa con un cajón y “el gato
se lanzó sobre mí, me arañó todo el pecho, hasta que mi madre me lo quitó de
encima con un perchero”. “Aun así no los maltrata”, indica Marta, quien apoyada
por su nuera María Elena
Perdomo, dice ser gateras de nacimiento, término que se emplea para designar a
la persona aficionada a criar gatos.