jueves, 14 de abril de 2016

Mulatas cubanas: ¿estereotipos que laceran?




“¿How many? ¿Cuánto, mulata?”, preguntó a la joven en español mal hablado, un señor  situado en la esquina de la Plaza de La Vigía, que al parecer aguardaba por “algo”. Como una bofetada cayeron aquellas palabras sobre su cara, sin embargo, miró a su alrededor con la esperanza de que la imaginación la traicionara, y detrás de ella viniera alguna vendedora ambulante.

Ante el desconcierto repitió su oferta. La muchacha quiso gritarle y dejarle claro que ella no tenía precio, mas la humillación pronunciada con tanta desfachatez, la dejó indefensa. Mientras, el rostro transformado por el asco y la mirada de rabia, le esbozaban una rotunda negativa al extranjero que pareció no entender la reacción.
Pudo haberle dado clases de moral. Disponía de pocos pesos en su cartera, pero semejante ofrecimiento nunca resultaría una opción, pues le enseñaron a ganarse la vida de forma honrada. En cambio, se alejó en silencio, contrariada, cargando sobre su cuerpo un peso de siglos, que aun con años de emancipación de la mujer y de intentos de borrar la imagen de la mulata como símbolo de placer sexual, todavía cae sobre quienes lucen ese color.
En Cuba, limitaciones económicas y estereotipos sociales y culturales han condicionado que se asocie esta estampa a un ícono de satisfacción de deseos, de mercancía, consolidado durante la República Neocolonial con el auge de la prostitución.
Si bien con el triunfo de la Revolución se adoptaron políticas que facilitaron el empoderamiento de la mujer, y la pusieron en escala de derechos a la par del hombre; la batalla en el plano psicosocial ha sido la más dura y la que todavía no logran equiparar las féminas. Aun cuando desde las instituciones no exista distinción por el color de la piel, hay que tener en cuenta ciertas estrategias de publicidad que utilizan la imagen de la mulata como símbolo comercial.
La reciente investigación Barbie, Afrodita y la publicidad comercial en Cuba, sobre el tratamiento dado a la mujer en las Páginas Amarillas de la Empresa de Telecomunicación de Cuba S.A es muy precisa en este sentido.
El estudio arroja que los anuncios publicados por los trabajadores no estatales para promocionar sus negocios muestran al público nacional en fotos de quince, bodas y otras opciones la imagen de chicas blancas y estilizadas. Sin embargo, ¿qué sucede en las páginas de la versión que vende la imagen de Cuba hacia el exterior? Pues lo contrario, allí quienes tienen la misión de comercializar la imagen Cuba, son las exuberantes mulatas, con cuerpos monumentales y rostros angelicales, que tampoco representan a la mayoría de sus exponentes.
Así pueden aparecer reforzando la idea de erotismo salvaje en la publicidad de cervezas, rones, turismo o cualquier otro producto que intente llamar la atención sobre la Isla, con fines comerciales y marcada por ideologías racistas y sexistas; echando por tierra lo que la educación y las oportunidades de igualdad han logrado construir y reduciéndolas a lo que otrora fueran. Bajo el estereotipo de sexualidad desenfrenada, muchos turistas viajan a Cuba buscando el divulgado exotismo.
Hoy cuando la sociedad cubana aboga por una liberación de la mujer de las ataduras a las que por siglos ha estado sometida, vale repensar y crear estrategias que en lugar de denigrar y estigmatizar su imagen, exalten sus valores, alejados de un retrato costumbrista que intentan legitimar a costa de profanar la dignidad de muchas mujeres.

No hay comentarios:

Publicar un comentario