viernes, 17 de enero de 2020

Marta, una Cocodrila que se coló en el pantano


Si hay algo por lo que quisiera que los Cocodrilos de Matanzas se alzaran con el triunfo es por disfrutar de la alegría de fanes como Marta Beatriz Williams Boada. Ella, además de ser mi amiga, es de las más fervientes seguidoras de los reyes del pantano en versión beisbolera.

Nunca ha perdido la fe en ellos, ni siquiera en los momentos en que muchos le dimos la espalda. La Serie Nacional de Béisbol es su fiesta: ríe con sus triunfos y llora sus derrotas como una más del equipo. Su casa nunca cierra las puertas a un seguidor y en el mismo corazón de La Marina, es posible que su conga no sea la que mejor suene, pero si la que más, cuando se trata de empujar a los Cocodrilos.   
Los sigue al Latino o al 5 de septiembre, no importa donde sea el enfrentamiento. Discute como el más sabio analista, replica y le canta las 40 a quien se atreva a hablar mal de su equipo. Por si fuera poco, se autoproclamó presidenta de la Peña Cocodrilos por Siempre de la Fiscalía Provincial de Matanzas donde labora, cargo que a nadie se le ocurrió objetarle, porque si la iniciativa ha prendido en todo el colectivo, es en buena parte gracias a ella.
En su oficina nunca falta el radio, cuando no puede desplazarse hacia el Victoria de Girón por las exigencias de trabajo, tampoco abandona, al menos en tiempo de Serie, su pulso de los saurios, ni su bandera roja que, aunque muestra un Lacoste, versión más auténtica que ha encontrado del reptil, la agita como si fuera nativa de la propia Ciénaga de Zapata.
A Marta la puedes encontrar siempre bien cerca de tercera, allí lo mismo le grita las más inimaginables ocurrencias al pícher de turno que desborda su mayor amor hacia cualquiera de sus Cocodrilos. Sino arrimada a la Peña de las Cocodrilas limonareñas.
“Siempre los he seguido, cuando nadie daba un peso por ellos, yo me mantenía firme en cualquier grada del estadio, aunque estuviera sola, aunque se rieran de mí”, me confesó una vez.
Y es que los fanes, como ella, son el jugador que le falta al equipo. Esos que aun sin ser conscientes de su verdadero papel motivan y apoyan, a veces con el único incentivo de que el ídolo le guiñe un ojo o una mirada escurridiza se pose sobre él.   
Por ella y por quienes se han mantenido firmes a pesar de todo, este año merecemos la victoria.

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