“Si no está el inspector es muy difícil que recoja”, comenta una
señora mientras todos los que aguardamos en la parada esperamos porque el
chofer se conduela y “de botella” al menos a alguno de nosotros. Pasa vacío y
de largo, no mira ni hacia el lado, alguien le profiere una ofensa y los demás
continúan la conversación.
A unos metros de allí en la conocida como parada del Parque
Maceo, los pasajeros corren una suerte diferente. En ese lugar la inspectora no
deja que nadie “le pase gato por liebre” y por momentos la parada queda vacía.