martes, 5 de febrero de 2019

De damas y vagabundos...protección animal en Matanzas



Amigo está solo entre tanta gente en el parque de La Catedral. Algunos lo miran con indiferencia, hasta con repulsión por su aspecto deplorable y envejecido; otros sienten lástima y arrojan un pedazo de pan, luego siguen su camino. Sin embargo, Loly vio algo lindo en él, quizás el brillo de sus ojos cuando alguien se “arriesga” a darle cariño.
Ella logró curar algunas heridas provocadas por la sarna y la desnutrición, pero aún no encuentra un dueño. Ahora el vagabundo se unió a una jauría, víctima de la reproducción no regulada, que anda las calles del Centro Histórico en busca de una
mejor vida.

El encargarse de una mascota va más allá de la convivencia, compete a los amos garantizar su alimentación, salud y cuidados. Simples acciones pudieran aliviar el índice de animales domésticos abandonados en las calles. Pero, resulta difícil si existe falta de conciencia, la necesidad de una Ley de Bienestar Animal y una dura situación en la mayoría de los centros veterinarios.
¿SE ACABÓ EL QUERER?
Complejo resulta el entramado responsable de garantizar su protección desde que en 2015 el Instituto de Medicina Veterinaria se desintegró y se separaron las funciones empresariales de las estatales. En la actualidad, en la Delegación Provincial de la Agricultura (DPA) se creó el Departamento de Sanidad Animal que cumple un encargo estatal y para atender la parte asistencial surgieron las UEB de Servicios Especializados de Veterinaria y Reproducción (SEVR) en las empresas.
Explica Roymi Hernández Cuervo, jefe de departamento de Sanidad Animal en la DPA, que la función asistencial incluye a las clínicas veterinarias y otros servicios que se brindan en los Consejos Populares a los productores.
La Empresa Agropecuaria Provincial (EAP) atiende a nueve municipios. De ellos solo tienen clínicas veterinarias: Matanzas, Cárdenas, Colón y Unión de Reyes. Jagüey Grande posee un consultorio y territorios como Los Arabos, Martí, Calimete y Ciénaga de Zapata no disponen de un local.
Por su parte, en Perico, Jovellanos y Pedro Betancourt corresponde a las UEB Máximo Gómez, la Empresa Agropecuaria Vladimir I. Lenin y la Empresa Genética de Matanzas la
atención.
Como paliativo «en los lugares sin este servicio existen los técnicos veterinarios a los cuales se les hace llegar medicamentos para el cuidado. Hay déficit de personal y trabajamos en su completamiento», añade Dulcemil Subit Villazón, directora de la UEB de SEVR de la EAP.
Mas, varias dificultades afloran al visitar las clínicas habilitadas, como el deficiente estado constructivo que presentan, en especial en techos, cubiertas y carpintería. A
ello se unen los insuficientes medicamentos, las condiciones de trabajo inapropiadas, entre otras que hacen pensar en el olvido.
S.O.S EN LA CLÍNICA
La Clínica Veterinaria de Animales Afectivos La Playa cuenta con una extensa trayectoria marcada por la labor de su personal, compuesto por tres médicos y dos técnicos.
El centro presenta un estado crítico al incumplir con requisitos constructivos e higiénico-sanitarios indispensables para prestar servicios, factor que contrasta con el buen desempeño laboral.
«Desde el paso a la EAP nos sentimos desatendidos, partiendo de que su perfil no tiene nada que ver con nosotros, también con respecto a las condiciones materiales y al suministro de medicamentos. Desde esa fecha no han destinado ni una lata de pintura para mejorar la situación», expresa el especialista principal de la institución, Dr. Raciel Albelo González.
Refiere Subit Villazón que la Empresa se trazó para este año en su plan de inversiones la reparación, a través de mantenimientos constructivos, de las clínicas de Matanzas y Cárdenas. «Desde 2018 iniciaron las labores en la primera, pero se paralizaron debido a la escasez de materiales».
El local posee serios problemas constructivos: techos en peligro de derrumbe, además de carencias básicas como luz eléctrica, agua corriente, medios de limpieza, mobiliario, seguridad y salud del trabajo.
En cuanto a los fármacos, señala el especialista que el surtido se comporta inestable, ello depende de la gestión de la EAP . «En ocasiones dicen que no hay dinero o que no existe el medicamento».
Al momento de la entrevista no disponían de antiparasitarios, ni sueros. También falla el abastecimiento de anestésicos generales, pues no está comprendido en las líneas productivas de Labiofam, elemento indispensable para intervenir animales accidentados, enfermedades crónicas o propias de la vejez.
«Las operaciones son limitadas,  a veces tenemos una reserva y la dejamos para casos de urgencia, entonces quedan en segundo plano  las planificadas como castraciones y ligaduras necesarias para controlar la sobrepoblación canina y felina. Muchos de los tratamientos se realizan gracias a que las personas resuelven con productos de uso
humano, conseguidos en Cuba o traídos del exterior».
«El año pasado nos llegaron alrededor de 70 tipos de medicamentos, pero los antibióticos casi siempre son los mismos, además de un poco de vitaminas. De antiparasitarios nos entró Labiosol, pero no alcanza. Hace alrededor de seis meses que no nos asignan sueros», dice Subit Villazón.
Mientras realizábamos la visita, en el Área de Enfermería se atendía un caso de emergencia. El longevo Guchi, de 13 años de edad, llegó con un cuadro hepático y fue urgente su ingreso. Según la dueña, Ana Gloria Medina Naveira, este es un centro excelente. «Prefiero atender a mi mascota aquí. El colectivo es muy profesional. Cuando no poseen de terminada medicina  acudo a la farmacia y la traigo. De no ser posible su tratamiento, entonces debo recurrir a los particulares quienes tienen unos precios
muy altos».
CARENCIAS VS VOLUNTAD
La ausencia de un lugar estatal en el Centro Histórico de la urbe destinado al tratamiento de las mascotas prácticamente obliga a acudir a los “particulares”. Dolores (Loly) de los Ángeles Pardo Real, la protectora de Amigo, reside en esa zona y es activista por el cuidado animal. Ella actúa como voluntaria para devolverles la salud a los enfermos y
abandonados, y reubicarlos en hogares donde reciban amor.
Comenta que ha pasado por muchas dificultades, en ocasiones no cuenta con la ayuda para socorrer al desprotegido, otras sí. La clínica estatal queda lejos y debo llevarlos con un especialista que cobra hasta 15 CUC o más.
«Por suerte, el grupo de trabajo Protección Animales de la Ciudad que radica en La Habana y contribuye al cese del maltrato animal nos dio una mano. Sucel Jurado, responsable general, donó medicamentos y con ellos trabajamos».
Jarvis E. Jalve Alfonso es uno de los veterinarios que asiste a los más necesitados de la calle de Medio. Alrededor de más de 60 personas visitan a diario un pequeño local
donde trabaja en la calle Río y 2 de Mayo. Hace un buen tiempo fue Consultorio y Farmacia Homeopática, donde se vendían medicamentos y daban cierta atención pri-
maria.
Según Aymara Hernádez Gómez, miembro del Ejecutivo Provincial de la Asociación Cubana de Medicina Veterinaria (ACMV), al cambiar de nombre el Consejo Científico Veterinario Matanzas por ACMV este local pasa a ser un centro de gestión del conocimiento para proteger los animales.
«Ofrecemos indicaciones a las personas de escasos recursos económicos que tienen animalitos enfermos. Si queda algún medicamento, que insisto ya se están acabando,
se los damos. Cuando es un problema muy grave las remito a la clínica de La Playa o que se dirijan a un particular», aclara Jalve Alfonso.
Isaly Díaz Bonelly es una cliente asidua. «Ahora mi perrita tiene una gastritis producida por la Tetraciclina, es un tratamiento muy agresivo para ella. Confieso que para conseguir medicamentos recurro al médico de la familia, digo que tengo gastritis y lo que me orientan en realidad es para mi mascota».
Y he ahí otra de las dicotomías del asunto. Argumenta Mabel María del Castillo, presidenta de la ACMV, que las farmacias deben estar en las propias clínicas, pero al «haber un déficit de medicinas a nivel de país y las existentes no suplir las demandas,
no se puede vender en ellas. Labiofam no nos transfiere todo lo que pedimos y como Estado balanceamos los que entran porque conocemos donde radican las mayores dificultades».
AMORES QUE CUESTAN CARO
Muchos consideran que poseer una mascota resulta prácticamente un lujo y a la vez un problema. En las calles de la ciudad de Matanzas es muy conocido el espacio particular
Royal Pet H, centro que brinda servicios de alojamiento a mascotas en caso de que el dueño viaje y no pueda ocuparse de ella, y el Grooming.

«Siempre tratamos que sean sanos, pero a veces tienen necesidades especiales de salud y ofrecemos una atención diferenciada en el hostal. Por otro lado, el baño y los pelados de
estilo cuando son ejemplares de exposiciones o a petición del cliente son nuestro servicio principal.
«Pero la verdad es que la mayoría viene a desparasitar y hemos tratado de disminuir las consultas. Este año empezamos a cobrarlas porque eran gratis, y aclaramos que en eso no se centra nuestro trabajo», reconoce Hanoi Domínguez Carrillo, médico veterinario.
Al referirse a la adquisición de productos, el doctor explica que puede realizar la compra como cuentapropista de champús especiales, jabones, correas para entrenamientos, sin embargo, el proceso se complejiza cuando se trata de medicamentos.
«No los venden a particulares. Entonces los conseguimos importados, pero no puedes traerlos para la venta», puntualiza.
Sin embargo, en un recorrido por la ciudad este equipo devidenció la presencia de un mercado negro de medicamentos, nutrido en gran medida con suministros importados de tiendas de mascotas, incluso proponen medicinas y las venden en el campo.
Mas, lo que para muchas personas resulta un acto cotidiano, tiene un trasfondo «así medio ilegal», parafraseando a Buena Fe. Si detallamos las actividades autorizadas para el ejercicio del trabajo por cuenta propia, no aparece una licencia que comprenda la prestación de servicios clínicos a los animales.
«No hay ninguna clínica particular autorizada por Sanidad Animal. Muchas personas se escudan tras otras licencias como criador vendedor de animales para ejercer», aclara
Hernández Cuervo.
Sin embargo, ¿qué hacer cuando las instituciones estatales no están en condiciones de brindar una atención básica a la población?
LUZ AL FINAL DEL TÚNEL
Mientras se toman las medidas pertinentes para reavivar esos centros, una alternativa se “cocina” desde la Oficina del Conservador. «Es un proyecto igual al de La Habana, una clínica veterinaria que estaría como un proyecto cultural dentro de la Oficina del Conservador, y que daría atención a las mascotas y animales del centro histórico», precisa Leonel Pérez Orozco.
También involucrará a los centros de trabajo del entorno, que serán los encargados de apadrinar a los perros callejeros.
Ya el termómetro está en marcha, la prueba irrefutable de que los cubanos también tenemos entre nuestros temas prioritarios el bienestar animal quedó reflejada en el pasado debate constitucional en el que muchas propuestas giraron en torno a la promulgación de una Ley de protección de los animales, y así ha sido refrendado en la nueva constitución que será aprobada el 24 de febrero.
Mientras se dan pasos en torno al tema y se crea un marco jurídico que ampare a los animales y sus protectores, la conciencia debe convertirse en nuestra principal arma para evitar que la salud de ellos y la nuestra corran riesgos. (Por Anet Martínez Suárez y Jessica Acevedo Alfonso)


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