miércoles, 16 de septiembre de 2015

Una capa sin estilo ¿reversible?


Camila cursa el primer grado y hace algunos días escuchó por primera vez hablar de una misteriosa capa. La maestra de cuarto grado ayudaba a sus alumnos a preparar el matutino, y ella que espiaba desde la puerta a su hermano, no había resistido la curiosidad de escudriñar a los mayores con sus vivaces ojos.

La niña anhelaba portar la pañoleta roja, por eso a hurtadillas se escabullía a menudo por el aula de Bryan, tal vez así pudiera aprender más rápido las lecciones y hacerse mayor pronto. Pensativa ante las palabras de la educadora que advertía a sus alumnos el compromiso de todos con el cuidado de la capa de ozono, ella analizaba a sus personajes infantiles en busca del mencionado caballero.
“Caperucita tenía capa, también Batman y hasta el Zorro”, pero ninguno de sus dibujos animados se llamaba Ozono. ¿Sería un muñequito nuevo, se le habría extraviado su prenda?”. Por eso en cuanto llegó a la casa, con los ojos bien abiertos se plantó frente a la madre y sin pensarlo dos veces preguntó: “Mamá, ¿quién es Ozono y porqué ha perdido su capa?”.
La madre sorprendida por la interrogante de la pequeña intentó hacer maravillas para explicarle. Sin embargo, la respuesta llegó desde una vocecita infantil: “la capa de ozono nos protege de los rayos solares”, agregó.
A MEDIA CAPA
Según explica el sitio digital de las Naciones Unidas, la capa de ozono es una región atmosférica entre los 15 y los 35 km de altura, donde se concentra cerca del 90 por ciento de todo el ozono que existe en la atmósfera. Este compuesto de tres átomos de oxígeno, se considera muy reactivo, lo que provoca daños en los tejidos de animales y plantas, al ser inhalado o absorbido, aunque, a bajas concentraciones puede tener efectos positivos.
El aumento de su congregación en la baja atmósfera, que se produce en zonas contaminadas del planeta, es perjudicial, y causa serios problemas de salud pública, además de contribuir al calentamiento terrestre, por ser un gas de invernadero.
No obstante, su rol en la estratosfera resulta muy beneficioso y básico, porque filtra la radiación ultravioleta conocida como UV-B, la cual ocasiona lesiones a los organismos al ser absorbida por diversas moléculas, debido a los cambios físico-químicos que induce en las mismas, perjudicando la piel, los ojos y el sistema inmunológico, además de reducir el rendimiento de los cultivos.
Añade el propio sitio digital, que se forma y  destruye de manera continua en la atmósfera, pero su cantidad en un área determinada de la estratosfera, aun cuando oscila en función de la actividad solar y las estaciones, se mantiene dentro de límites bastante constantes; pero el equilibrio que existía entre los procesos de formación y destrucción del gas se ha roto, desde hace unas décadas, a favor de estos últimos, provocando a la capa un desgaste paulatino.
A partir de los años 30 del siglo XX y, de forma masiva, desde mediados de este, el ser humano emite a la atmósfera diversas familias de compuestos que al llegar a la estratosfera, la radiación ultravioleta del sol fotoliza (los rompe), liberando átomos de Cl y/o Br, que incrementan la eficacia de los procesos de destrucción del ozono, lo que provoca el desequilibrio.
PARA PONERNOS LA CAPA
Con el fin de desarrollar acciones y sensibilizar a la opinión pública con el daño a esta estructura, la ONU instituyó en 1995, el 16 de septiembre como Día Mundial para la conservación de la capa de ozono.
Desde 1985, año en que se adoptó el Convenio de Viena para su protección, seguido de varios acuerdos internacionales, se ha logrado un recorte  en la producción de CFCs (compuestos clorofluorocarbonados), principales responsables de la decadencia.
“Hasta la fecha no hay una recuperación inequívoca de la capa de ozono dada la larga vida que tienen los gases destructores. Pasarán décadas antes de que vuelva a su estado normal”, dijo al sitio mexicano Informador. Mx,  Geir Braathen, experto de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), que cifra en millones los casos de cáncer y cataratas oculares que se han evitado gracias a los pactos, y agregó no obstante que “la destrucción ha terminado y se ha equilibrado” en los últimos 25 años.
Según el sitio digital Granma Internacional, en Cuba es fuerte el trabajo que se realiza en este sentido, pues se logró destruir en 2015, 258,4 kg de sustancias agotadoras, resultado que la ubica dentro del reducido grupo de naciones en disponer de capacidad propia para acometer tan compleja labor en la región. “Entre los avances más notables alcanzados por la Isla en los últimos cuatro lustros figuran la erradicación total de los CFC en la producción de aerosoles farmacéuticos e industriales, así como la del bromuro de metilo en la fumigación de cultivos agrícolas, almacenes y otras instalaciones industriales”.
Hoy el consumo responsable de estas sustancias, exigiendo compromisos a los gobiernos, reciclando y reduciendo nuestras emisiones de productos contaminantes, es la mejor forma de aportar a la preservación de la capa de ozono.

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