lunes, 5 de noviembre de 2018

El mejor refugio, una sonrisa




Ahora él es el doctor Héctor Miguel Estrada González, y quizás detrás de ese uniforme pulcro, el explorador en mano o el lenguaje técnico con que explica a cada paciente su caso, resulte muy difícil imaginárselo de forma diferente a la figura del profesional que hoy representa.
Sin embargo, no puedo evitar recordarlo 20 años atrás cuando íbamos de la mano a la escuelita primaria José Antonio Echeverría, en Pedro Betancourt; o cuando escuchábamos atentos el ruido de las antiguas combinadas acercarse al corte de caña. Por aquellas fechas todavía ese pueblecito amenazaba con convertirse en un emporio azucarero.

Entonces, Miguelito como lo llamábamos en el barrio, probablemente no soñara con convertirse en estomatólogo, y menos que dos décadas después su compañera de aula realizaría esta entrevista. Por eso, al encontramos nuevamente con roles diferentes, no pude menos que sentir admiración por la labor que desempeña.
Su historia es muy común en Cuba y puede ilustrar la vida de cualquiera de los miles de jóvenes de la Isla que colaboran en la Misión Médica Cubana en Venezuela.
ANDANDO…
Son las 6 y 10 de la mañana, la alarma del móvil lo indica. El olor a café se adentra en su cuarto, es la primera señal de que ya Odalis está levantada. Rápidamente enciende la televisión y sintoniza la revista Buenos Días, rutina que no puede faltar, porque a través de ella conoce la información de su terruño. A la salida Nora los malcría con su habitual saludo mientras continúa la marcha hacia el Centro Médico de Diagnóstico Integral.
Después llegará la entrega de guardia, la actualización sobre el acontecer nacional e internacional y recibir las indicaciones e informaciones del coordinador, para dar paso al trabajo. Como es costumbre en su consulta lo espera una larga jornada que comparte con la doctora Nieves López y las asistentes venezolanas.
Desde hace poco más de tres años él presta asistencia estomatológica en Barinas. Y si bien las motivaciones pudieran haber sido muchas, me pide que por favor no olvide mencionar a su abuelo, quien le sirvió de ejemplo e inspiración en el firme propósito de partir hacia el país latinoamericano.
“También me estimuló el carácter solidario que me ha inculcado desde pequeño la Revolución y que no se ejercita de otra forma sino ayudando a los más necesitados y brindando una mano amiga siempre que sea posible”, me escribe a través del chat de Facebook, haciéndome olvidar las barreras de la distancia.
“Anhelaba la llegada a Venezuela, deseoso de poner en alto el nombre de Cuba y la misión médica cubana, tuvimos un caluroso recibimiento lo cual me hizo sentir que aun en este país que no es el mío quieren a los cubanos como familia”, teclea nuevamente antes que pueda preguntarle más.
“Lo más difícil una vez que te encuentras acá y en cualquier otro lugar del mundo es estar lejos de tu tierra, del barrio donde creciste, de la familia. Extrañas hasta el más mínimo detalle como puede ser un cordial saludo de un paciente hasta lo más grande que es disfrutar a plenitud de tus seres queridos”, añade.
Pero todo ello se reserva a los ratos libres en que se hace más fuerte el “gorrión”, que tratan de “espantar” compartiendo con el resto de la brigada como la familia que ya son o a través de las actividades recreativas y deportivas planeadas o la buena caldosa que casi nunca falta en los cumpleaños colectivos y que imprime un sello de cubanía y añoranza por la Patria.  
Mas los días son agitados y exclusivamente dedicados a la atención al paciente. Varios son los proyectos a los que se entrega con el fin de mejorar la salud bucal y general de la población, entre ellos el programa de salud Va a la escuela, iniciativa revolucionaria con gran impacto en la sociedad; y los trabajos comunitarios integrados que les permite laborar en lugares de difícil acceso y comunidades con extrema pobreza.
“Nos preparamos para ofrecer un servicio de calidad a todas las personas, sin distinción de posición política. Estamos conscientes de la guerra económica por la que atraviesa el país, pero eso no nos atiborra, seguimos desde el puesto de trabajo cumpliendo con nuestro deber”, explica.
Y la reciprocidad también anida en la hermana nación. “Son muchas las muestras de amor que recibimos que van desde un ¡gracias Cuba! hasta la degustación de algún plato típico de la cocina venezolana como puede ser la hayaca (parecido al tamal de Cuba) o la cachapa. Tampoco falta quien pregunte sobre nuestras costumbres y tradiciones, es un bonito proceso de transculturación donde ambas partes aprenden más sobre la identidad y la historia de nuestras naciones” 
“Pero lo más importante es el respeto que nos profesan cuando le devolvemos más que la sonrisa la alegría a nuestros pacientes que se van complacidos con el buen trato y la calidad del servicio”




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