Luego de tres meses de intensos debates hoy culmina en todo
el país el proceso de consulta popular, iniciado el pasado 13 de agosto, con
vistas a la reforma constitucional que durante el mes de febrero se
desarrollará en la Isla.
Al menos en una ocasión, cada cubano ha tenido la
oportunidad de expresar con total libertad y sinceridad sus opiniones para
enriquecer el proyecto de carta magna. Así, desde las propuestas, dudas o
modificaciones suscitadas, nos hemos insertado en la construcción de una ley parecida
a la realidad que hoy vivimos.
Ideas renovadoras y acordes con los nuevos tiempos y puntos
de vista diversos en torno a un mismo asunto han sido defendidos por quienes
han acudido a la cita. Necesario resulta destacar la mentalidad abierta y la responsabilidad
con la que se ha acogido el proceso y que incluye a los propios organizadores
y a los participantes.
Si profundizamos en nuestra historia constitucional, no
sería pretensioso catalogarlo de único, pues si bien la consulta efectuada en
1975 previa a la reforma del 76 marca un precedente, la que recién concluye,
desde su propia concepción, ha sido superior en organización, número de
participantes y en el aporte de la población.
Datos revelados por el Centro Nacional de Procesamiento, a
tan solo dos semanas de su culminación, lo confirmaban. Más de 7 370 160 de personas habían acudido a
las 111 800 reuniones efectuadas en colectivos laborales y comunidades hasta
esa fecha.
También emitieron sus criterios colaboradores y cubanos
residentes en el exterior, así como los acreditados en las misiones
diplomáticas fuera de la nación, singularidad de este proceso y expresión de
que se aproxima un cambio constitucional apoyado y legitimado por la
aportación directa del pueblo.
Si hay algo que resulta imprescindible destacar es la
participación. Ello se manifestó desde el interés generado por los iniciales
debates en la Asamblea Nacional hasta el agotamiento de los casi 2 000 000 de
tabloides distribuidos, siendo el material que más rápido se ha vendido en la
historia de Correos de Cuba.
Durante esta etapa no hemos sido mudos participantes en un
acto formal, sino que se ha estudiado con detenimiento el material, tanto en
formato digital como impreso, con el ánimo de contribuir y perfeccionar. El resultado
se ha visto en la diversidad de criterios publicados por nuestros medios de
comunicación.
Según expresó Homero Acosta Delgado, secretario de la
Asamblea Nacional del Poder Popular, a través de este proceso es posible
palpar la voluntad popular, y aunque todas las opiniones se tendrán en cuenta
no todas se incorporarán debido a su propio carácter contradictorio. Sin
embargo, las excluidas servirán de base para las futuras modificaciones
legislativas.
Si bien la consulta constituye parte medular de la
posterior elaboración de la carta magna, paralelo a ella se ha desarrollado el
procesamiento de cada una de las intervenciones, paso vital que permite
reflejar la sabiduría popular en la ley de leyes.
De ahí que las estadísticas muestren como los artículos con
mayor cantidad de intervenciones los referidos al matrimonio (68), la edad del
presidente, los periodos de mandato y la forma de elección (121 y 122); el
papel del trabajo en la sociedad (31), el gobernador provincial y la forma en
que se elige (170), la vivienda digna (82) y el trabajo y su remuneración (31).
Reseña el sitio digital Cubadebate que de los 755 párrafos
que contempla el texto, solo ocho no han sido objeto de propuestas de
modificación, adición, eliminación o duda.
“No se trata solo de hacer un análisis cuantitativo, sino
cualitativo; porque todo lo que robustezca el texto tiene validez”, señaló Homero Acosta durante el programa Hacemos
Cuba, a la vez que ejemplificó que “hay propuestas hechas por una sola persona
–y son varias–, a las cuales también se les ha asignado un número de
clasificación, porque todas las opiniones tienen el mismo valor, las proponga
un ciudadano o cientos.
“Sin vanidad, podemos afirmar que estamos ante un ejercicio
único y democrático, de real y efectiva democracia”, sintetizó.
Para Cuba se plantea un cambio constitucional único, en el
que cada uno de nosotros se convirtió en constituyente, buena señal de que
vivimos en una democracia participativa, en la que juntos hacemos Cuba.
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