martes, 19 de febrero de 2019

#YoVotoSí


Como en tantos momentos trascendentales de la historia de la nación cubana, otra vez, el 24 de febrero, fecha que inmortalizó el reinicio de las luchas por la independencia de Cuba, servirá de punto de encuentro para que más de 8 000 000 de cubanos voten en el referendo constitucional la nueva carta magna.

Mucho se ha departido, dentro y fuera de la Isla, sobre el contenido de la Constitución de la República de Cuba. Primero, en el escenario establecido para ello: el debate del Proyecto de Constitución, en el que cada ciudadano tuvo la oportunidad de emitir sus criterios sin restricciones de ningún tipo.
Antes, durante y después, a través de cientos de canales oficiales e informales, me refiero a los medios de comunicación masiva, las reuniones de pasillo e incluso, las redes sociales, espacio en el que con gran furor se ha librado una batalla entre seguidores y detractores de la ley de leyes.
Por una parte aparecen los que instigan a no votar o votar no, en su mayoría residentes en el exterior que no simpatizan con el proyecto revolucionario iniciado en 1959, quienes están convencidos que de fracasar el referendo propinarán un duro golpe al gobierno cubano actual. Y apoyados en esta teoría arremeten desenfrenadamente contra todo lo que pudiera constituir una debilidad para el Estado. De ahí que situaciones como el tornado del pasado 27 de enero que afectó a La Habana, haya sido politizada y bastado para exacerbar carencias y ridiculizar la capacidad de respuesta del gobierno y el pueblo. Nada más incierto e injusto.
 El video trucado de un supuesto incidente entre pobladores de la capital y el presidente Miguel Díaz-Canel, constituye una de las más burdas manipulaciones esgrimidas.
De otro lado, un pueblo que consciente de que formó parte de un proceso transparente y democrático, el cual enriqueció desde su sabiduría popular, se ha hecho eco de las etiquetas #YoVotoSí y #NosotrosVotamosSí para respaldar, desde ya, la Carta Magna.
  Pero, amén de la polémica originada en Twitter y Facebook,  plataformas en las que más de un presidente ha construido o perdido su influencia sobre las masas, ¿estamos claros de que significaría no aprobar el texto constitucional? Contrario a lo que muchos piensan de prevalecer el no quedaría vigente la constitución aprobada en 1976, obsoleta ya, pues no refleja los nuevos cambios ocurridos en los últimos años, y tampoco los intereses y necesidades de millones de cubanos expresadas durante el debate constitucional.
Cuestiones aclamadas por la población y perfeccionadas gracias a su participación como la ciudadanía efectiva, las garantías de las personas detenidas, la edad del presidente y los periodos de mandato o la creación de un tribunal constitucional se convertirían en pura quimera. De igual forma y sabiamente se ha puesto en manos de las personas el derecho a decidir y aspectos como el matrimonio tan cuestionados serán aprobados en plebiscito.
Ahora toca apelar a nuestra madurez política, certera guía que nos ha recordado que estudiar la historia y no olvidarla siempre ha sido nuestra mejor carta. En Cuba para nadie es secreto que las escaseces y las malas prácticas acumuladas pululan, pero por más de 60 años hemos demostrado que esa no es la esencia de nuestro modelo, ni de la constitución propuesta. Tenemos la oportunidad de construir una ley parecida a la realidad que hoy vivimos. Por eso este 24 de febrero #YoVotoSí.

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