Valiosas
piezas entretejen la historia del azúcar en Cuba. Cada una cuenta un pedazo del
proceso de obtención del codiciado grano. Dispuestas como ocupando su sitio
primigenio hilvanan una a una las leyendas que dan vida a la compleja fábrica.
Los entendidos en el tema disfrutan cada porción de las legendarias máquinas;
los menos avezados se adentran en el enredado mundo del central.
Allí todos se
rinden ante el dulce sabor que una vez produjeron las antiguas masas de hierro.
El pitazo de una de ellas parece regresarlos a la
vorágine de siglos atrás, cuando la industria azucarera era nuestro primer
renglón. La puesta en marcha inicia una nueva aventura, a fin de cuentas, todos
los días no se aborda una locomotora que prestó servicios hace más de cien
años…
SABOR A AZÚCAR
A las afueras de
Cárdenas, aún se conservan los vestigios del central Progreso, luego José Smith
Comas, los cuales resguardan parte de la historia de los ingenios en la provincia
y dan vida al Museo del Azúcar. Justo dentro de ellos se atesoran 26 máquinas
que, junto a otras piezas de gran valor patrimonial, recrean un central.
Fue
precisamente en 2003, luego de la restructuración del antiguo Ministerio del
Azúcar en el territorio, cuando con el propósito de mantener despiertas las
tradiciones azucareras abre sus puertas esta instalación. Según narra Mayra
Díaz, especialista del centro y antigua trabajadora del ingenio, “ya desde 1999
aquí se hacía turismo de manera muy discreta.
Muchos turistas de la Agencia Gaviota llegaban y se paraban por la cerca interesados en las locomotoras de
vapor y en los procesos que ocurrían dentro. Nos favoreció mucho la posición
geográfica, bien próxima del polo turístico de Varadero. “Nuestro principal
atractivo son las locomotoras de vapor, las cuales llegaron a Cuba a partir de
1837 con el propósito de ponerlas al servicio de este sector y desarrollarlo, y
no es hasta once años después que se introducen en España”, agrega.
En la
institución, perteneciente a la José Antonio Echeverría y rectorada
metodológicamente por la Oficina de Patrimonio Provincial, se resguardan dos
locomotoras de procedencia alemana, y varias americanas que datan de 1895 y
hasta
1925. Se encuentra representado, además, un proceso de hacer azúcar con casi
todos sus componentes.
“Cuando se
paralizaron los centrales existentes en Matanzas se trasladaron las maquinarias
para acá. Por ejemplo, exhibimos piezas de industrias como Juan Ávila, Reynold
García, Julio Reyes, entre otras. También disponemos de locomotoras como la
1531, fabricada en 1925, que hoy no se encuentra en exposición, pero que es
insignia del José Smith Comas y ganadora de premios por su originalidad y la
velocidad que alcanza”, explica la especialista.
UNA OPCIÓN PARA EL TURISMO
Termina el recorrido y se pone en marcha la locomotora americana de 1916 que
tira varios coches. Da comienzo así a la travesía que culminará en la Empresa
Nacional para la Protección de la Flora y Fauna, de Cárdenas, y que constituye
uno de los productos turísticos que oferta el museo.
“Podemos recibir en una mañana hasta 120
visitantes, el principal país emisor es Canadá y los mayores amantes de los
trenes son los alemanes y los franceses. De siete agencias provienen los
turistas, entre ellas, Gaviota, Cubatur, Cubanacán, Paradiso y Cubamar”,
señala Mayra Díaz.
Desde allí, el canadiense Mark Perón,
quien ha visitado Cuba en 15 oportunidades asegura: “Este es un lugar
maravilloso, nos han explicado cómo se realiza cada proceso y hemos podido
observar la materia prima con la que se confecciona el ron. Realmente les
recomiendo a las personas que vengan al sitio para que conozcan la historia de
Cuba de primera mano”.
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