miércoles, 6 de noviembre de 2019

La lista y el Sauto...


Se anotan, vuelven cada cuatro o cinco horas, según lo pactado por los organizadores o por las propias personas que se ponen de acuerdo. La lista crece, la ventaja que proporciona las nuevas tecnologías, permite que cada quien registre en su celular una fotografía de quienes los anteceden, para tener evidencia y espantar a los “colados”.

Dicen que la lista comenzó desde el domingo, porque lo cierto es que hay muchas personas que esperan poder ver la presentación de Descemer Bueno. El fenómeno comienza a tomar dimensiones mayores en el portalón del Teatro Sauto y comentan los asiduos visitantes que la situación se repitió para obtener puestos en las presentaciones del Ballet Nacional e Ivette Cepeda. Bajo la mirada de todos y con la complicidad de muchos sucede.
Sé que la reapertura del Sauto, con su esplendor, ha venido a atizar el deseo latente e insatisfecho por muchos años de miles de yumurinos de apreciar una función en el coliseo, que cuenta con el valor añadido de ser Monumento Nacional.
Entiendo que fueron lustros de espera, de deseos reprimidos e inconformidades cuando alguna gira evadía la ciudad por no contar con una sede a la altura para las presentaciones; mas en una urbe conocida como la Atenas de Cuba por la cultura que han intentado defender sus habitantes. Pero no puede ser esta excusa para provocar el desorden.
Hasta ahora no han cesado las presentaciones de primer nivel, muestra de que la dirección del Teatro Sauto, sin dudas, con un gran esfuerzo y seguramente sorteando las dificultades económicas y la escasez de combustible ha articulado cada uno de los espectáculos para brindar al público propuestas tan lejanas y añoradas.
Sin embargo, la aparición de la escurridiza lista ha creado incomodidad entre los que deseamos apreciar el buen arte que allí se exhibe, y a mi juicio contrasta en gran medida con el entorno cultural que con tanto esfuerzo se ha empeñado en construir la Oficina del Conservador y otras instituciones en los alrededores de la primera plaza de Armas.
Confrontaciones en el portalón del teatro, voces alteradas, personas recostadas a las paredes y que además ingieren alimentos allí y muchas veces dejan los restos de papeles, naylon y cualquier otro tipo de basura en los alrededores son algunas de las consecuencias de la indisciplina social, que no es culpa de la lista, sino de quienes se anotan en ella.
Eso sin contar que puedan aparecer personas inescrupulosas que se aprovechen para revender las entradas.
Que cougar, habilitó una fecha para vender las entradas qué necesidad hay de que un grupo de personas inicie una lista que, por supuesto, excluye a otros que madrugaron el día informado oficialmente para obtener sus entradas.
Creo que la capacidad para apreciar el buen arte que ennoblece el alma y el espíritu, y que no está solo en engalanarnos para acudir a la función, debe ir de la mano con la cultura de la disciplina, el cuidado y el civismo que implica desde hacer una cola hasta respetar las normas que establece la institución. Ya tenemos Sauto, ahora resta conservarlo.  

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