Cuando
la historia es vista, palpada, olfateada, las explicaciones no son más que un
complemento para poder interpretarla o comprenderla. Visitar los sitios que
algún día sirvieron de escenarios para librar combates que determinaron el
destino de una nación siempre constituye una experiencia única.
Cada
pieza recuerda a un mártir, cada mapa una estrategia, cada arma la convicción
de que se derramó sangre y se aferraron con ansias a la libertad. Así sucede en
el Museo de la Comandancia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, sitio
escogido por el Comandante en Jefe Fidel Castro para establecer su puesto de
mando durante la invasión mercenaria por Playa Girón en abril de 1961.
En
las oficinas de la Administración del antiguo central Australia, donde radica
el Museo, el olor a azúcar quedó desplazado por la fuerte presencia de las
balas, ametralladoras y otros componentes de la artillería empleados en la
batalla.
Según
explica Marbys Cuñarro, especialista del Museo, “la importancia del inmueble
radica en que desde aquí se dirigieron los combates de Playa Girón en abril de
1961 con la dirección Australia, Playa Larga y Playa Girón. Aunque la
edificación de 1915 tiene propiedades arquitectónicas, su significación está
dada porque fue el único lugar bajo techo en que estuvo Fidel durante los tres
días de combate”.
Cinco
salas conforman el Museo, que atesora la condición de Monumento Nacional. A
través de ellas se descubren cada una de las etapas históricas por las que
atravesó el poblado de Australia. Desde los sufrimientos de la esclavitud y la
floreciente industria azucarera, hasta el preludio de la invasión y las visitas
de Fidel a esta zona, que permiten afirmar que en abril de 1961 no es un
desconocedor del teatro de operaciones donde se desarrollan los combates,
aparecen resguardadas en vitrinas.
También
existen fotografías de los milicianos, medallas y carnes de los alfabetizadores
de la zona y constancia de los hechos terroristas perpetrados por Estados
Unidos contra la Revolución Cubana, agudizados el 15 de abril de 1961 con el bombardeo
de los aeropuertos de Santiago de Cuba, Ciudad Libertad y San Antonio de los
Baños.
“El
17 de abril en horas de la madrugada se producen los desembarcos por las zonas
de Playa Larga y Playa Girón. Los primeros en llegar fueron paracaidistas y
hombres ranas en lanchas rápidas que los acercaron a la costa”, añade Cuñarro.
Pero
si una de las salas impresiona es la dedicada a la Comandancia, desde donde
sesionó el puesto de mando. Allí se conserva un buró, mobiliario similar al de
la época, un taburete original y ponchadoras utilizadas en las oficinas de
Administración del central.
Cuentan
que el primero en llegar fue el entonces capitán José Ramón Fernández, al
frente de la Escuela de Responsables de Milicias, luego de que el Comandante en
Jefe le asignara la misión.
Allí
pueden observarse fotografías del Gallego, una fotocopia del mapa usado para
trazar la estrategia de combate y todos los partes de guerra que se enviaron
los principales jefes de esta acción. En horas de la tarde del 17 hace su
entrada Fidel al puesto de mando y desde aquí se traslada a Pálpite.
“Se escoge este lugar porque estaba
relativamente cerca y a la vez lejos del teatro de operaciones, y disponía de
un teléfono, en aquel momento importante para mantener la comunicación”,
precisa la especialista.
La
sala más amplia se dedica a los días de combate, la respuesta del pueblo ante
la invasión y el fracaso de la brigada 2506 integrada por 1 500 mercenarios,
que como parte de la operación Pluto, pretendían hacer una cabeza de playa para
pedir el reconocimiento de la OEA y desconocer el gobierno que había triunfado
el 1 de enero de 1959.
La
movilización popular, los tanques de guerra, la artillería, la labor del
Ejército Rebelde, la Policía Nacional Revolucionaria y la Milicia Nacional Revolucionaria,
también aparecen recogidas en fotografías, armas, uniformes y otros objetos de
gran valía.
“Precisamente
el 19 de abril en horas de la mañana, a un kilómetro de aquí se derriba un
avión B-26 con una ametralladora cuádruple y se dan cuenta de que los dos
pilotos que venían en el avión eran norteamericanos, con grandes carreras pues
habían participado en la Segunda Guerra Mundial. La sala termina con el último
comunicado distribuido en la prensa nacional que pone al tanto de la victoria
alcanzada en menos de 72 horas”, recuerda Cuñarro.
La
última sala inicia con la victoria de Playa Girón y conserva imágenes del buque
Houston averiado en el primer día, y el último disparo a ese buque efectuado
por Fidel el día 20, cuando comienza la captura de los mercenarios dispersos en
la Ciénaga de Zapata. También se atesoran las piezas vinculadas con la
retaguardia que ofreció el pueblo de Jagüey Grande donde se evacuaron a los
heridos y a la población civil.
“Se
les dio a los mercenarios la atención necesaria en cuanto a agua y alimento, no
se tocó la vida de ninguno de ellos. En un primer juicio fueron condenados a
pena de muerte 5, con crímenes anteriores con la dictadura de Fulgencio
Batista, 9 se condenan a 30 años de privación de libertad, y pierden la nacionalidad
cubana”.
“En un segundo juicio se juzga al resto y como
una indemnización de guerra se le devuelven a Estados Unidos y llegan a la Patria
compotas, medicamentos, alimentos, equipos para el desarrollo agrícola del
país. Esta fue la segunda victoria de Playa Girón, pues es la única
indemnización por daños de guerra que hasta ahora Estados Unidos ha pagado,
aunque la parte monetaria no la abonó completamente”.
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