lunes, 22 de abril de 2019

Museo de la Comandancia: Desde aquí se dirigió Girón



Cuando la historia es vista, palpada, olfateada, las explicaciones no son más que un complemento para poder interpretarla o comprenderla. Visitar los sitios que algún día sirvieron de escenarios para librar combates que determinaron el destino de una nación siempre constituye una experiencia única.

Cada pieza recuerda a un mártir, cada mapa una estrategia, cada arma la convicción de que se derramó sangre y se aferraron con ansias a la libertad. Así sucede en el Museo de la Comandancia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, sitio escogido por el Comandante en Jefe Fidel Castro para establecer su puesto de mando durante la invasión mercenaria por Playa Girón en abril de 1961.
En las oficinas de la Administración del antiguo central Australia, donde radica el Museo, el olor a azúcar quedó desplazado por la fuerte presencia de las balas, ametralladoras y otros componentes de la artillería empleados en la batalla.
Según explica Marbys Cuñarro, especialista del Museo, “la importancia del inmueble radica en que desde aquí se dirigieron los combates de Playa Girón en abril de 1961 con la dirección Australia, Playa Larga y Playa Girón. Aunque la edificación de 1915 tiene propiedades arquitectónicas, su significación está dada porque fue el único lugar bajo techo en que estuvo Fidel durante los tres días de combate”.
Cinco salas conforman el Museo, que atesora la condición de Monumento Nacional. A través de ellas se descubren cada una de las etapas históricas por las que atravesó el poblado de Australia. Desde los sufrimientos de la esclavitud y la floreciente industria azucarera, hasta el preludio de la invasión y las visitas de Fidel a esta zona, que permiten afirmar que en abril de 1961 no es un desconocedor del teatro de operaciones donde se desarrollan los combates, aparecen resguardadas en vitrinas.
También existen fotografías de los milicianos, medallas y carnes de los alfabetizadores de la zona y constancia de los hechos terroristas perpetrados por Estados Unidos contra la Revolución Cubana, agudizados el 15 de abril de 1961 con el bombardeo de los aeropuertos de Santiago de Cuba, Ciudad Libertad y San Antonio de los Baños.
“El 17 de abril en horas de la madrugada se producen los desembarcos por las zonas de Playa Larga y Playa Girón. Los primeros en llegar fueron paracaidistas y hombres ranas en lanchas rápidas que los acercaron a la costa”, añade Cuñarro.
Pero si una de las salas impresiona es la dedicada a la Comandancia, desde donde sesionó el puesto de mando. Allí se conserva un buró, mobiliario similar al de la época, un taburete original y ponchadoras utilizadas en las oficinas de Administración del central.
Cuentan que el primero en llegar fue el entonces capitán José Ramón Fernández, al frente de la Escuela de Responsables de Milicias, luego de que el Comandante en Jefe le asignara la misión.
Allí pueden observarse fotografías del Gallego, una fotocopia del mapa usado para trazar la estrategia de combate y todos los partes de guerra que se enviaron los principales jefes de esta acción. En horas de la tarde del 17 hace su entrada Fidel al puesto de mando y desde aquí se traslada a Pálpite.
 “Se escoge este lugar porque estaba relativamente cerca y a la vez lejos del teatro de operaciones, y disponía de un teléfono, en aquel momento importante para mantener la comunicación”, precisa la especialista.
La sala más amplia se dedica a los días de combate, la respuesta del pueblo ante la invasión y el fracaso de la brigada 2506 integrada por 1 500 mercenarios, que como parte de la operación Pluto, pretendían hacer una cabeza de playa para pedir el reconocimiento de la OEA y desconocer el gobierno que había triunfado el 1 de enero de 1959.
La movilización popular, los tanques de guerra, la artillería, la labor del Ejército Rebelde, la Policía Nacional Revolucionaria y la Milicia Nacional Revolucionaria, también aparecen recogidas en fotografías, armas, uniformes y otros objetos de gran valía.
“Precisamente el 19 de abril en horas de la mañana, a un kilómetro de aquí se derriba un avión B-26 con una ametralladora cuádruple y se dan cuenta de que los dos pilotos que venían en el avión eran norteamericanos, con grandes carreras pues habían participado en la Segunda Guerra Mundial. La sala termina con el último comunicado distribuido en la prensa nacional que pone al tanto de la victoria alcanzada en menos de 72 horas”, recuerda Cuñarro.
La última sala inicia con la victoria de Playa Girón y conserva imágenes del buque Houston averiado en el primer día, y el último disparo a ese buque efectuado por Fidel el día 20, cuando comienza la captura de los mercenarios dispersos en la Ciénaga de Zapata. También se atesoran las piezas vinculadas con la retaguardia que ofreció el pueblo de Jagüey Grande donde se evacuaron a los heridos y a la población civil.
“Se les dio a los mercenarios la atención necesaria en cuanto a agua y alimento, no se tocó la vida de ninguno de ellos. En un primer juicio fueron condenados a pena de muerte 5, con crímenes anteriores con la dictadura de Fulgencio Batista, 9 se condenan a 30 años de privación de libertad, y pierden la nacionalidad cubana”.
 “En un segundo juicio se juzga al resto y como una indemnización de guerra se le devuelven a Estados Unidos y llegan a la Patria compotas, medicamentos, alimentos, equipos para el desarrollo agrícola del país. Esta fue la segunda victoria de Playa Girón, pues es la única indemnización por daños de guerra que hasta ahora Estados Unidos ha pagado, aunque la parte monetaria no la abonó completamente”.

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