Suena el celular y doy un brinco en la cama.
Con un gesto casi cotidiano, agarro el móvil. Aunque el número no aparece registrado
entre mis contactos, y luego de cerciorarme que no me marcan de un teléfono
fijo, ni que soy quien paga, contesto la llamada.
La voz desconocida trata de hacerme recordar
de forma rápida uno de esos parentescos extraños, que intento descifrar, al mismo
tiempo que lucho contra el sueño. Una y otra vez dice ser la prima de Mariana,
hermana de Ramonita, quien necesita localizar a una vecina mía para unos
papeles que debe entregar en no sé donde.
“¿Y por qué me llama?”, pregunto aun medio
dormida, tratando de ser lo más cortés posible. “Hace más de cinco años que no la
veo pues me mudé”, explico, pero al parecer ella no entiende. Incómoda por
tanta insistencia temprano en la mañana, la increpo nuevamente: “¿Quién te dio
mi número?”. “Lo cogí de la guía de Etecsa”, gritó indignada, al parecer, ante
mi pregunta e ineficiencia para ayudarla en la gestión.
Desconcertada por tanto atrevimiento y
violación a mi privacidad, maldije a la famosa aplicación que hoy corre de
celular en celular y mantiene localizado al propietario de cualquier línea
telefónica, ya sea fija o celular, sin su autorización.
Contrario al deber ser, disponible en la
mayoría de los bancos informáticos, que pululan a la vista de todos, se
encuentra la famosa aplicación. Solo pagas y en cualquier dispositivo de
almacenamiento puedes cargar con tu propia base informativa. Cual ficha
personal, en la guía también queda registrado para el consumo público: nombre y
apellido, número de carné de identidad, dirección particular, fecha de
nacimiento y edad, de quienes contrataron este servicio en el país.
Aunque en el contrato que se establece con
Etecsa queda bien claro las pautas para preservar la identidad de los
contratantes cuando se expresa: “Los datos personales del cliente y el número
del servicio asignado, tienen carácter privado y confidencial; y solo podrán
ser revelados en los casos previstos por la legislación vigente”; la realidad
es otra.
Y aunque muchos coincidirán en que la
aplicación te permite encontrar en pocos segundos información de primera mano
sobre amigos, conocidos u otras personas, ¡cuidado! porque hay quienes no
quieren ser localizados y están en todo su derecho de preservar la intimidad.
Con el auge y presencia, cada vez más
creciente, de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones en
la sociedad cubana, se precisa cordura, seguridad y leyes que protejan a los
ciudadanos, ante el uso indiscriminado y no autorizado de las mismas. Por otra
parte corresponde a los organismos encargados de velar por la protección de la
identidad de sus clientes y mantener las normas de seguridad necesarias.
La informatización y la apertura a novedosas tecnologías
que procuran la comunicación, obtención de información e interactividad, se
aproxima para intentar suplir la brecha tecnológica que nos separa del resto
del mundo. De ahí que educar a la población en el uso racional de estos medios
y contribuir a que no supongan una invasión a la privacidad, devenga prioridad
en aras de construir una sociedad informatizada y segura.
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