jueves, 7 de agosto de 2014

Trabajar… ¿en el verano?



Las altas temperaturas sacaban de paso a más de uno en la parada que desbordaba gente a mitad del mediodía. Cansado el tumulto, sin más fuerzas reservadas para otra cosa que para correr cuando se asomara a lo lejos la guagua de turno, esperaba el transporte urbano que prometía desesperar a más de uno, tras la prolongada espera.

Dos señoras, se escondían tras un abanico artesanal, única arma posible para espantar un poco el calor. Más atrás, otra, sin mucho desenfado reclamaba “que julio y agosto no son meses para trabajar, deberían eliminar la jornada laboral, pues con este sofocón no se puede pensar, el verano es para relajar y nada más”, casi vociferaba.  
Entonces recordé la cara de aquel anciano que enfurecido, cuando no recibe el periódico en su estanquillo puntualmente, se queja y no duda en insultar a más de uno por el inconveniente. También me vino a la mente la expresión de aquella señora que tras una larga cola, fue informada de que su trámite seguía pendiente porque la encargada estaba de vacaciones.
Y es la falta en los centros de trabajo de personal calificado para atender al público, e incluyo a la prensa, precisamente un tema recurrente por estos días cuando la mayoría de los matanceros nos disponemos a disfrutar de un merecido descanso.
Así lo pude constatar durante una reciente visita a la Ciénaga de Zapata, durante la cual pretendíamos un equipo de este Semanario, asegurar trabajos periodísticos para confeccionar el Humedal del Sur, mensuario que reciben los habitantes de esa región de la provincia.
En nuestro periplo por aquella zona, durante el cual visitamos algunos centros pertenecientes a la Pesca, constatamos que no se encontraba ningún trabajador cualificado para orientarnos o brindarnos la información que precisábamos. Excusas muchas: personal de vacaciones, falta de mercancía para trabajar, tiempo para resolver problemas personales… en resumen y como resultado: total abandono de las obligaciones y dos periodistas casi al borde del colapso.
Así sucede en más de una institución de nuestra provincia por estas fechas, de esa forma lo demuestran los reclamos y exigencias de los yumurinos ante la irresponsabilidad de directivos que permiten tamañas incongruencias y que dicen mucho de la mala planificación y orden interior de los centros de trabajo, falta de información a la población y hasta del irrespeto a los propios ciudadanos.
Trabajar en verano para nadie es un secreto, que requiere cierta flexibilidad que permita hacer más amena la jornada laboral en una etapa donde las temperaturas prometen romper el termómetro, pero ¡cuidado!, como decía una querida profesora, que no se confunda libertad con libertinaje.
La población merece respeto. Programar una cesión de trabajo que no viole lo establecido, comunicar oportunamente a los clientes si cesa alguna prestación, una atención amable, mantener en las áreas de servicios indispensables a trabajadores que resuelvan y no entorpezcan y una supervisión y dirección idónea para asegurar el correcto funcionamiento, resultan garantía de satisfacción para el cliente, a fin de cuentas este no exige más, sino lo que por derecho le corresponde.
¿Por qué hacer esperar o “pelotear”, como decimos en buen cubano, a quiénes también sufriendo el látigo del Astro Rey, la irregularidad del transporte, la apretadera en el ómnibus, la escasez del salario, sortea las dificultades cotidianas para solicitar un servicio, por el que además le pagan a usted? ¿Por qué martirizar más a quien no lo merece? Que el orden, la disciplina y la exigencia prevalezca también durante el verano.   

1 comentario:

  1. Así es, Jessica. Y luego de esta etapa viene otra: el síndrome postvacacional. Cómo cuesta que las personas interioricen que ya se acabaron las vacaciones

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