Al doblar la esquina no puede evitar
que las miradas vayan detrás de ella. Muchos se fijan en el esbelto cuerpo, sin
embargo, son menos los que reparan en el atuendo que la cubre. Mientras camina,
las porciones de la tela van tomando forma. Cada extremidad muestra un pedazo
de la bandera norteamericana. Detrás queda la estela de ojeadas, y en la otra
cuadra alguien más paga por un conjunto similar.
Muy
cerca de allí, una joven se “rompe la cabeza” intentando adquirir un regalo.
Vendrá a visitarla un amigo extranjero y preferiría que llevara algo que le
recordase a la Isla. “Un pulóver con la bandera cubana, una jarra...Solo que no
encuentro nada así, y lo que he visto es muy caro. Resulta más fácil y barato
obtener una prenda con la insignia de Inglaterra o Estados Unidos”, comenta
angustiada.
¿ME DICEN CUBA?
Un
vistazo a las calles matanceras no deja margen a las dudas. Letreros en inglés,
imágenes de ciudades reconocidas a nivel mundial, artistas foráneos y emblemas
de otras naciones se apropian de la vestimenta.
En
camisetas, licras o blusas se exhibe lo que cada cual considera le queda más
cómodo, o deviene más económico. Son atuendos que responden a tendencias
importadas. Patrones culturales que, divulgados a través de series, revistas e
incluso, comercializados en nuestro propio mercado, se consolidan y ejercen
cada vez más influencia sobre los cubanos.
“Prefiero,
en muchas ocasiones, utilizar la imagen del Che o algún diseño que denote que
soy cubano”, refiere Ernesto Mantilla Tápanes, joven estudiante
universitario. “Son prendas algo caras, un pulóver te cuesta entre ocho y 10
CUC y no se hallan muy fácilmente, a veces solo se encuentran en algunas
tiendas en Varadero. Por eso no siempre puedo adquirirlas y empleo otras.
Creo que es una deuda que tiene el país con sus ciudadanos ”, comenta.
Aun
cuando la personalidad de cada quien trascienda las fronteras de la moda y los
accesorios, y la cubanía no venga grabada en cada indumentaria, ¿por qué no
identificarnos con nuestros atributos en lugar de otros, ajenos a la cultura e
idiosincrasia de esta tierra? ¿Por qué no legitimarnos con nuestros propios
símbolos?
Los
estereotipos del mundo del espectáculo, las carencias que imponen lo económico
ante lo estético, el insuficiente acceso a especialistas que brinden
asesoramiento que aporte a la formación del gusto, y la poca presencia y
variedad de producciones locales giran en torno al fenómeno.
No
obstante, ¿qué sucede cuando optamos por lo confeccionado en casa? ¿Encontramos
fácilmente ropa y accesorios ? ¿Se corresponden precio, calidad y oferta con el
poder adquisitivo de los matanceros?
“Son
ropas costosas. Creo que si se hacen con buen gusto y utilizando sabiamente el
diseño podrían gustar al público nacional, pese a que en muchos casos están
confeccionadas para extranjeros por sus precios”, expresa Alejandro Baró,
estudiante de la Escuela Profesional de Arte de Matanzas.
DE
MODOS Y MODAS
Explica
Israel García Calderín, jefe de grupo de diseño de la Empresa Provincial de Confecciones
Textiles Unymoda que “desde hace tiempo los cubanos no tienen identidad de
imagen, como pueblo en algún momento de nuestra historia, por razones que ahora
justificamos como económicas, la perdimos y a partir de ahí estamos
desorientados”.
“Para
uno vestirse lo primero es conocerse como ser humano, porque para mezclar
estilos debes identificarlos. Cada cual, en dependencia de su filosofía de
vida, del círculo de amistades y el entorno laboral se asocia a un grupo
social, y este debe tener una imagen”, explica.
No
hay dudas de que el Periodo Especial afectó el desarrollo de la industria
textil cubana.La escasez de materias primas, la pérdida del mercado externo, la
paralización del proceso inversionista y la presencia de tecnología atrasada
atentaron contra la producción nacional.
Aunque
se trazan estrategias para revertir el deterioro, estas dependen de las
posibilidades financieras del país y la disponibilidad de materias
primas.Debido a ello todavía se mantiene el efecto sobre el surtido de las tiendas
en cuanto a variedad, calidad, diseño, y la presencia de propuestas que no
satisfacen las expectativas de quienes buscan construir su propia imagen o tan
solo vestir algo cómodo y económico.
“La
moda ahora es muy democrática. Se usan todos los colores, las siluetas, las
tendencias. Hay variedad, y eso posibilita que cada cual solucione sus
necesidades. No obstante, nuestra industria textil es mínima, pues para avanzar
debe existir la materia prima, que en su mayoría se importa. También se
necesita fuerza de trabajo calificada, inexistente a veces: el diseñador, el
modelista, el escalador, las costureras”, añade García Calderín.
“Los
tejidos ajustados a las características de nuestro clima resultan caros, porque
son naturales. Los cubanos deberíamos vestirnos con lino o algodón, los cuales
se adecuan a nuestra temperatura y tradiciones. Resulta necesario rescatar los
mecanismos de información y orientación sobre el buen vestir”.
Valia
Saldívar Corrales, especialista del grupo de desarrollo de Unymoda argumenta:
“Hacemos un estudio de mercado y vemos cuáles son las preferencias y
necesidades. Trabajamos en la apertura de una tienda acondicionada para la
venta a la población, en la que los clientes pueden mandar a confeccionar la
ropa con su diseñador, y traer el tejido”.
Otra
de las instituciones encargadas de comercializar y poner a disposición del
público lo más genuino de las producciones artesanales, artísticas y
utilitarias es el Fondo Cubano de Bienes Culturales. Según explica Lázaro Muñoz
Moré, director de la Filial Matanzas, con ellos laboran diseñadores textiles
que tributan con su obra a que el taller funcione y sus propuestas gozan de
aceptación en nuestras tiendas.
“En
la actualidad el taller textil y el atelier se encuentran paralizados debido a
un cambio de estructura, pero ya tienen ubicación en otro local.
Comercializamos en las dos monedas. En el atelier el cliente puede solicitar
colores y diseños”.
ARTE
EN CASA…
Fundada
en 1989, la sociedad mercantil Promociones Artísticas y Literarias S.A., Artex,
constituye la principal promotora y comercializadora de productos y servicios
culturales cubanos en el país. Explica Laura Santana Lauzurique, gerente de
Imagen y Desarrollo de la Sucursal Artex Matanzas, que disponen de la línea
Natural Cuba, de confecciones juveniles, que recrea en cada pieza detalles de
obras de artistas cubanos a través del bordado o la impresión. Esta es una de
las más accesibles a la población.
“Tenemos
además la Compay Segundo dirigida a un público con mayor nivel adquisitivo,
sobre todo a turistas. Posee artículos relacionados con el músico tales como
humidores, sombreros y las guayaberas y camisas, que son exclusivas y con
precios altos”.
“La
colección Cubali, que no deja de ser cara para el salario de los cubanos,
sobresalen por los estampados y vende pareos, vestidos de playas y otras
confecciones. De igual forma está la Papatos, dedicada a los niños”.
Revela
Lauzurique que la institución ha recibido críticas al no disponer en su red de
tiendas de producciones con símbolos como la bandera cubana o el escudo. “Por
ello entre las estrategias de trabajo de Artex para 2016 se encuentra vender
productos de este tipo. Se trabaja en una línea que utiliza las obras del
artista Michel Mirabal, que emplea en sus pinturas los atributos nacionales”.
“Se
precisan los precios para diferentes públicos, se diseñarán llaveros, artículos
de buró, carteras, bolsos. Artículos con fines de souvenir o para consumo
propio”, agrega.
Además
poseen la mayor colección de pintores cubanos en producto cultural: Arte en
Casa. Dispensadores, sombrillas, cortinas y reproducciones de arte son algunos
de los artículos que comercializan.
Más
allá de proyecciones e ideas, la realidad dicta que muchos de estos artículos
aún no alcanzan a la generalidad de los matanceros e incluso, su precio dista
mucho de ser un producto “necesario”. Mientras tanto, el sector no estatal, las
remesas, la gestión comercial inadecuada de muchas de nuestras cadenas
comerciales, el influjo audiovisual y otras influencias, van prefijando un
gusto estético que desdeña “lo nacional” y consolida otros patrones que han
sabido esparcir muy bien industrias culturales de otros países.
LA GUAYABERA
Coinciden
los especialistas que en los últimos tiempos existe en Cuba un renacer de
prendas tradicionales como la guayabera, de ahí que el país se trace
estrategias para potenciar la presencia de la misma en el mercado. En diálogo
con varios yumurinos, la mayoría manifiesta que le gustaría tener entre sus
atuendos una, sin embargo los altos precios y su inexistencia en las tiendas
conspira contra el propósito.
Explica
Muñoz Moré que “las tendremos a partir de febrero en la tienda del Aeropuerto,
en Plaza América y en la Tienda del Mueble en Matanzas, abierta recientemente
frente a la Acaa”.
“La
guayabera como pieza tradicional debe estar confeccionada de un tejido natural,
a base de algodón o mezcla de este con otras fibras o lino, y son tejidos
costosos que se importan. Puedes tener un producto con una referencia cultural
que sea adecuado al clima, pero el precio se encarece y como industria no
podemos disminuirlo”, plantea García Calderín.
Y LOS JÓVENES, ¿QUÉ PIENSAN?
Con
el objetivo de conocer qué deliberan los jóvenes acerca de la emergencia de
estos patrones culturales importados y del tan necesario rescate de lo
autóctono, Girón conversó con varios estudiantes
del instituto preuniversitario José Luis Dubrocq.
En
sus respuestas se pudo identificar un gusto por “pertenecer” a la última
tendencia. Esas que transmiten los artistas foráneos en sus videoclips, y que
marcan la moda a nivel internacional. Se pudo identificar patrones entre los
cuales destaca el gusto por las marcas, la ropa importada, los colores diversos
y los tejidos no tan afines con el contexto nacional.
En
su defensa, estos muchachos plantean que la diversidad de acceso y los precios
son más acordes a esta ropa que cuando deciden escoger algo “de adentro”. No
les resulta muy atractivo vestirse “con la bandera cubana cuando hay opciones
en la calle más atractivas”. (Por Jessica Acevedo Alfonso y Gabriel Torres Rodríguez)
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