“Déme dos libras de tomate, escójame los maduritos que
hoy tengo visita en la casa y quiero hacer una buena ensalada”, así iniciaba el
diálogo de una señora con uno de los carretilleros que deambulan, o permanecen
inamovibles, en una de las céntricas esquinas de la urbe yumurina.
Echó alrededor de ocho frutos pequeños
entre verdes y pintones en la bolsa de la mujer que miró con recelo su compra.
“¿Cuánto es?”, inquirió. “20 pesos”, sentenció bien claro el vendedor. “Bueno
pues déjeme solo una libra”, recapacitó la señora, quien murmuró que aquello
era una estafa.
Todos los habitantes de la urbe lo saben:
el tomate está perdido. “¿Dónde los encuentro? Antes los compraba en Cidra a
6.50 pesos la libra y luego a siete hasta que desaparecieron. Los particulares
los tienen en nueve y 10 pesos, en esta temporada no los he visto a un costo
módico. El año pasado no sucedió así”, agregó Yadiel Nodal Cruz, profesor de la Universidad de
Matanzas.
Para la doctora Arelys González Ramírez,
también ha sido una odisea consumirlos. “Los he comido tres veces, tiernos y en
un precio exagerado para el salario de los cubanos”.
Reproches, inconformidades, preguntas y
dudas encontró este equipo de reporteros al caminar las calles yumurinas.
Nuestro recorrido confirmó lo expuesto por nuestros entrevistados: buena parte
de los Mercados Agropecuarios Estatales y otros puntos de venta permanecen
desabastecidos, solo es posible hallar el codiciado vegetal en las tarimas del
mercado no estatal, a montos alejados de lo que la mayoría de los matanceros
podemos pagar por degustar una ensalada.
¿Por qué la escasez y los elevados precios?
En busca de respuestas Girón visitó uno de los principales polos
tomateros de la provincia: San Antonio de Cabezas, Unión de Reyes.
¿DE CABEZAS?
Quien haya recorrido años atrás la unidad
de Acopio del territorio por estas fechas, echará de menos el ir y venir de
camiones rebosados del alimento y la acumulación del cultivo en el local. En la
actualidad un triste vacío inunda el espacioso almacén, escena que complementan
las cajas desprovistas.
Según explica Ramón Guerra Mayea, director
de Acopio municipal, solo han recibido 20 toneladas del de ensalada entre
diciembre y enero, siendo en este último mes en el que debería entrar mayor
cantidad.
“La cosecha se extiende desde diciembre y
hasta marzo. Con nosotros comercializan cinco Cooperativas de Créditos y
Servicios y dos Cooperativas de Producción Agropecuaria, y el volumen aportado
ha sido insignificante con respecto a periodos anteriores, pues antes entraban
varios vehículos al día y en la actualidad poco más de un camión en dos meses.
“Hemos comprado escaso tomate de primera
calidad, pues salieron muy chicos, apenas crecen”, agregó Félix Manuel Mora
Arencibia, gestor de compra de Acopio.
Confirma Antonio Sánchez Vargas, director
de dicha Empresa a nivel provincial, que en la primera semana de febrero
recibieron 52 quintales destinados al consumo (ninguno para la industria),
mientras que el año pasado en este mes completo acopiaron 5 mil q de industria
y 5 mil 200 q de ensalada.
Además, aseguró que todo el que entró a
esta red en enero fue destinado al consumo social (hospitales, círculos
infantiles, sistema de atención a la familia), unos 385 q que no satisfacen esa
demanda.
DESPEGADO DE LA TARIMA
En la finca La Candelaria,
perteneciente a la CCS
Antonio López, Yoel Hernández Ortega aclara alguna de las
interrogantes. “El año pasado el vegetal tuvo problemas, de 13 mil plantas que
sembré, solo recogí nueve cajas, cuando debería haber obtenido un promedio de 300”, saca sus cuentas el
campesino.
Refieren los entendidos en el tema que el
clima afectó el cultivo, pues llovió demasiado y no hizo frío cuando debía.
“Esto provocó que la planta saliera frondosa y linda, pero sus flores se
secaron. En otros casos apareció el fruto, y cuando lo recogimos se puso
prieto”.
Semejante ocurrió en la CCS Rubén González.
Añade su presidente Eddy Plasencia Arencibia, que debido a la variación del
clima se afectaron las cosechas de frío como los frijoles y el tomate. Somos
grandes tomateros, el que se produce aquí se destina a cubrir las necesidades
de Matanzas y La
Habana. Podemos alcanzar 5 mil quintales al año y solo
hicimos cien q, afectándose tanto el de consumo como el de la industria.
“Este cultivo lleva frío y algo de humedad,
al ser excesiva esta última se produjo un hongo que impidió la floración”,
expresó Rubén Sánchez Oliva, vicepresidente de la CCS.
“Las cuentas no dieron este año porque
tuvimos pérdidas. Una libra de semilla nos cuesta 750 pesos, además tienes que
pagar a un sembrador alrededor de 50 todas las mañanas. La inversión sale en 3
mil o 4 mil pesos. En 2015 ganamos entre 30 mil y 33 mil pesos, vendiéndole
este cultivo a Frutas Selectas”, especifica Hernández Ortega.
“Hay quienes comercializan con los particulares.
Una caja con 50 libras,
la compran en 200 pesos”. Y luego desde el campo hasta la mesa el precio va en
ascenso: 8, 10, 12 y hasta 15 pesos ha llegado a costar una libra en los
puestos no estatales.
Otra de las grandes preocupaciones de los
productores resulta la inexistencia de semillas que garanticen la venidera
zafra. “Las que habían no eran las mejores, pero ahora no hay ninguna, del
tomate consumo no entró simiente este año”, agrega Sánchez Oliva.
Una vez más las condiciones climáticas confirman
que resulta necesario estrechar los lazos entre las instituciones científicas y
los productores. De nada vale que se inviertan cada año recursos humanos y
económicos en desarrollar investigaciones que alerten y establezcan vías para
enfrentar el cambio climático si luego no se revierten en beneficios para los
cultivos y la sociedad.
Esperemos que esta experiencia no se repita
y se adopten en el territorio las estrategias para asegurar la próxima campaña
tomatera, en pos de que rinda los frutos deseados por los matanceros.
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