“Corría 1993, época difícil del Periodo Especial. Yo
trabajaba en la Sala White y formaba parte del Centro Provincial de Casas de
Cultura. Se acercaba una semana de receso docente y debíamos concebir
actividades para el intervalo. Preparamos un taller en el que los metodólogos
impartieron las manifestaciones artísticas, y eso junto a otro espacio que
titulamos Payasadas, más cerrado porque se efectuaba una vez al mes con la
Escuela José Martí, fue un poco la raíz de los Reparadores.
“Después de aquello recorrimos varios lugares hasta
llegar hace casi 10 años, a la actual sede, el centro cultural Abraham Lincoln,
sitio donde se conserva un poco de nuestra historia”, sintetiza el
devenir del Proyecto Comunitario Reparadores de Sueños, su alma, director y
fundador, René Quirós Valdés.
Hoy, el maestro, tiene la misión de formar a 58
integrantes, que entre niños, adolescentes y jóvenes, se inician en las tablas.
A Yilena, Yanelis, Oriel y Cristian los une el amor por
la actuación. Aunque muchos de ellos se consideran novatos en el complicado
arte, la habilidad con que hablan de autores, técnicas, presentaciones…
impresiona. Tan solo unos meses de experiencias bastan para apreciar la
desenvoltura alcanzada y el interés por aprender más sobre el retablo.
“Estamos montando El burro Caturro Perimpimplujo de Jesús del Castillo, que es
un divertimento para títeres y actores, y no la faena tradicional a la que se
acostumbra el público”, explica Yilena Oramas García, quien se prepara además,
para compartir la conducción del próximo Festival Provincial Cantándole al Sol.
Junto a ella, cuatro jóvenes, desafían las horas en aras
de equilibrar estudio y actuación. “No resulta fácil combinar la escuela con
los ensayos, sobre todo en pruebas, pero el teatro es lo que nos gusta y
quisiéramos ejercer en el futuro como profesionales. La academia es la base de
los conocimientos, y sacar buenas notas es un requisito para permanecer aquí”,
asegura Oramas García.
A su lado el maestro René los observa. Desde la dinámica
sabatina narran sus rutinas en el recién finalizado XI Taller Internacional de
Títeres de Matanzas, oportunidad que les permitió vincularse con representantes
de otros países. Hablan también, del esfuerzo que requiere concretar cada
puesta en escena y de la ayuda recibida de la familia.
Pero la asistencia es recíproca. “A veces me llaman a mí
porque alguien tiene un problema con Matemática, se está portando mal, o hace
falta que quite ensayos para que estudien y tengo que “tirarles de las orejas”.
Se ha creado un vínculo muy necesario e importante, tanto que hemos llegado a
ser una gran familia, eslabón transcendental en el teatro”, concluye Quirós.
Al empeño para que todo salga bien siempre se suman otros
colegas que detrás del telón o en el mismo escenario hacen lo mejor que saben.
“Contamos con la colaboración de actores matanceros que nos apoyan como Pedro
Rubí, Rubén Darío Salazar y Teatro de Las Estaciones. El diseño, la
construcción, la animación de los títeres, el vestuario, con todo eso nos
ayudan”, significa el Premio de Cultura Comunitaria.
MAESTRO DEL ALMA
Así se define el hombre que durante dos décadas ha
regalado amor y enseñanzas a centenares de infantes bajo su tutela. “Siempre he
querido sensibilizarlos con la necesidad de sentir el arte como parte de su
formación. Trabajamos los elementos teatrales, y cantamos, bailamos,
escribimos, pintamos. De esa forma se incorporan esas habilidades a su
preparación, se interesan por la cultura y visitan esas instituciones.
Su metodología simple, pero efectiva, “aprenden jugando,
no realizo pruebas de aceptación porque los niños por sí mismos tienen toda la
capacidad para hacer teatro, desde que empiezan a jugar comienzan a representar
y solo pretendo que en el futuro el que pueda ser artista lo sea y el que
escoja la medicina pues que sea un profesional culto” agrega.
Aun cuando los reconocimientos han sido muchos en veinte
años, prefiere quedarse son la esencia de lo que ha significado el Proyecto a
escala social “el verdadero premio está en llegar a un lugar y que la gente te
reconozca por tu quehacer, yo me siento como un médico del alma y creo que me
muero y sigo siendo instructor de arte, porque me gusta tanto el trabajo
comunitario y la cultura popular, que eso me gratifica mucho”.
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