Recuerdan los más añejos pobladores de Los
Arabos, que hace más de 40 años, ya el ruido de la popular carahata alegraba los rieles de la línea férrea y las vidas de
quienes en el más oriental municipio de la provincia, disfrutaban de los
beneficios de viajar en el singular vehículo.
Ya en la década de los 70, período en que
surge este equipo, se veía desandar por los más intrincados caminos. Entonces,
los arabenses quizás no imaginarían que el nuevo milenio no borraría las
huellas de la graciosa carahata.
Por los pequeños bateyes y los desolados
parajes se desplaza la singular combinación de guagua y tren con su zumbido
metálico que anuncia la llegada. Bajo el Sol que raja las piedras, el amasijo
de hierros recorre Los Arabos de una punta a la otra.
Todavía obreros, estudiantes, gente del
campo, común y sencilla la esperan para entre risas, conversaciones y sin
obviar el último acontecer del pueblo, acortar las distancias. Basta sacar la mano para que el conductor monte a quien necesite
traslado.
Dos rutas cubren las dos carahata existentes en esta región. Desde Los Arabos hasta Brufao,
pasando por pequeñas comunidades como Cuatro Esquinas y Zorrilla. Mientras que
la otra en sentido contrario llega hasta Jacán.
Más de 30 personas, montan el pequeño carro,
en cada vuelta, hasta completar las tres que da diariamente. Por eso resulta
cotidiano que en los puntos de recogida los pobladores la esperen para iniciar
o terminar su travesía.
Destinados a enlazar comunidades rurales con
difícil acceso, estos equipos, concebidos originalmente a partir de
partes y piezas del transporte automotor, adaptados para un uso
ferroviario, fueron bautizados con el peculiar nombre de carahatas, en honor
a un antiguo asentamiento prehistórico del poblado
de pescadores de Sagua la
Grande.
Dicen que ya no deambulan por muchos pueblos
de Cuba. Las nuevas formas de transporte surgidas a la luz de la modernidad,
han desplazado la autenticidad del vehículo, ya casi en extinción. Sin embargo,
en estos intricados parajes todavía se escucha el rodar de la carahata.
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