miércoles, 6 de mayo de 2015

¡Llegó la carahata!



Recuerdan los más añejos pobladores de Los Arabos, que hace más de 40 años, ya el ruido de la popular carahata alegraba los rieles de la línea férrea y las vidas de quienes en el más oriental municipio de la provincia, disfrutaban de los beneficios de viajar en el singular vehículo.

Ya en la década de los 70, período en que surge este equipo, se veía desandar por los más intrincados caminos. Entonces, los arabenses quizás no imaginarían que el nuevo milenio no borraría las huellas de la graciosa carahata.
Por los pequeños bateyes y los desolados parajes se desplaza la singular combinación de guagua y tren con su zumbido metálico que anuncia la llegada. Bajo el Sol que raja las piedras, el amasijo de hierros recorre Los Arabos de una punta a la otra.   
Todavía obreros, estudiantes, gente del campo, común y sencilla la esperan para entre risas, conversaciones y sin obviar el último acontecer del pueblo, acortar las distancias. Basta sacar la mano para que el conductor monte a quien necesite traslado.
Dos rutas cubren las dos carahata existentes en esta región. Desde Los Arabos hasta Brufao, pasando por pequeñas comunidades como Cuatro Esquinas y Zorrilla. Mientras que la otra en sentido contrario llega hasta Jacán.   
Más de 30 personas, montan el pequeño carro, en cada vuelta, hasta completar las tres que da diariamente. Por eso resulta cotidiano que en los puntos de recogida los pobladores la esperen para iniciar o terminar su travesía.
Destinados a enlazar comunidades rurales con difícil acceso, estos equipos, concebidos originalmente  a partir de partes y piezas del transporte  automotor, adaptados para un uso ferroviario, fueron bautizados con el peculiar nombre de carahatas, en honor a un antiguo asentamiento prehistórico del poblado  de pescadores de Sagua la Grande.
Dicen que ya no deambulan por muchos pueblos de Cuba. Las nuevas formas de transporte surgidas a la luz de la modernidad, han desplazado la autenticidad del vehículo, ya casi en extinción. Sin embargo, en estos intricados parajes todavía se escucha el rodar de la carahata.      

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