martes, 26 de mayo de 2015

Contaminación ambiental en Matanzas: Agua que no has de beber...




Para ella el tema del agua se convirtió en un enredo. La de tomar tiene un gusto extraño, en cualquier depósito que la almacene, las partículas se depositan en el fondo. Pero más la intranquiliza la fosa que comparte con la casa vecina; hace mucho que los residuos inundaron el patio con su mal olor.

Ya subió el piso, sin embargo el problema persiste porque toda la estructura se encuentra deteriorada y debe hacer reparaciones mayores; de la puerta hacia fuera tampoco mejora, por la calle fluyen los desechos líquidos que los carros lanzan contra aceras y paredes.  Inés Justina Alfonso Pérez, residente en el yumurino barrio de La Marina, no ha encontrado otra solución, por el momento, que recurrir al ambientador en grandes cantidades.
¿CAE UNA GOTICA DE AGUA…?
Proteger y monitorear las fuentes que puedan afectar al agua constituye la misión de la Delegación de Recursos Hidráulicos. Como organismo rector acomete la inspección estatal para que se cumplan las normas establecidas y dictamina, sobre los análisis del laboratorio, quiénes incumplen los parámetros exigidos.
“Los mayores contaminantes son aquellas industrias y entidades que cambian la constitución físico, química y biológica del líquido de forma directa e indirecta, a partir de los residuales originados por sus procesos productivos”, explica Noel Fidel Cabrera Jiménez, subdelegado de inspección estatal de la Delegación de Recursos Hidráulicos.
Al cierre de abril se habían visitado 27 focos de los 129 considerados como más críticos en la provincia, que posee más de mil; todas las entidades productoras de residuales son contempladas dentro de ese rango. Los centrales azucareros, centros porcinos y empresas agropecuarias con mataderos, así como otras industrias que generan sustancias agresivas se encuentran entre los principales contaminantes del territorio.
“Se ubican sobre cuencas subterráneas donde se almacena el agua. En ellos debe existir un sistema de tratamiento que les permita cumplir con los parámetros establecidos por la norma cubana 27 del 2012, la cual plantea que todas las entidades están obligadas a tratar sus residuales y anexarlos al cuerpo receptor (río, cañada, cuenca). Este tributa a las cuencas superficiales o subterráneas, de donde proviene el líquido que consume la población”, expone Cabrera Jiménez.
“Nadie está facultado para esparcir excedentes al libre albedrío. Una vez caracterizados los organismos violadores se entrega un dictamen a la Empresa de Aprovechamiento Hidráulico, encargada de otorgar el permiso de vertimiento”, añade.
Conspiran contra las estrategias el desinterés que hacia la protección del entorno natural muestran algunas administraciones; manifestado en la inoperancia de los sistemas de tratamiento por falta de mantenimiento y limpieza, así como por la carencia de trabajadores que asuman dicha faena.
“Se emprende una labor educativa como primer paso. Cuando la profilaxis no surte efecto se sanciona, y ante las reiteraciones se abre un expediente que puede llegar hasta la Fiscalía”, aclara el funcionario.
DE FOSAS, INDISCIPLINAS Y OTRAS COMPLICACIONES
Con frecuencia, desde toda la provincia, se escuchan quejas referentes a fosas desbordadas, salideros o acumulación de desechos. Factores que se combinan, de forma peligrosa, para contaminar el agua destinada al consumo humano.
La Marina quizás sea uno de los consejos populares más afectados. Las aguas negras corren por los bordes de las calles y se almacenan en las esquinas con su correspondiente carga de fetidez e insalubridad; como las redes que transportan la potable también presentan averías, se produce la dañina mezcla.
“Esta situación data de hace muchos años y la hemos planteado en todas las reuniones. El Estado mejoró algunas tuberías, pero las de las viviendas son muy antiguas, presentan filtraciones. Empeora cuando llega el agua, sube la marea o llueve. Tenemos que vigilar a los niños, porque juegan afuera, meten las manos para recoger la pelota y luego vienen los problemas de salud”, refiere Juan Esquerré Oña, presidente del CDR 22 de la circunscripción 11.
Algunos vecinos, resignados, manifiestan que ya los nacidos allí tienen anticuerpos; no obstante, la mayoría muestra preocupación por la propagación de vectores como cucarachas, mosquitos y ratones, potenciales transmisores de enfermedades.
Daimarys Yanes Fleitas, hace 22 años enfermera del consultorio 3, enclavado en el área, comenta que los padecimientos gastrointestinales resultan cotidianos, “llegan con abundantes diarreas, dolor abdominal, parasitismo. Les recomendamos hervir el agua y clorar con hipoclorito de sodio. Muchas casas no cuentan con fosas y vierten a la vía pública; si eso se resolviera la situación epidemiológica daría un vuelco radical, pues tanto el suministro hídrico como la recogida de basura se han estabilizado.
“No hay que esperar a que se desate una epidemia para volcarse sobre la comunidad. Constituye una problemática sensible si tenemos en cuenta que resulta una región con una natalidad alta, de una población de mil 442 personas, hemos llegado a tener hasta 26 menores de un año”.
Hasta las recientes elecciones Clara Urrutia Noriega fue delegada en La Marina, por eso conoce del tema, uno de los planteamientos más frecuentes de los electores. “Nací y me crié aquí y puedo atestiguar que nunca había estado tan mal ese aspecto como ahora. Casi todos los hogares drenaban hacia abajo, sin embargo, los sistemas han colapsado y sacaron el desagüe a la calle. Dentro es responsabilidad del morador solicitar que le destupan ese depósito; si se encuentra afuera deviene tarea del delegado. No puedo decir que no vinieran a hacerlo, pero el efecto solo dura unos días porque los conductos no dan más”.
Cerca de las márgenes del río Yumurí las indisciplinas sociales complican la situación, pues a los residuos albañales se suma la basura. “Lanzan de todo, hasta animales muertos y la peste se vuelve insoportable. Con tanto desperdicio acumulado el desbordamiento se produce muy rápido y se inunda toda la calle”, afirma Damaris Abreu Sánchez, habitante del lugar.
Al otro lado de la bahía, en Pastorita, un tanque séptico también expulsa su carga al exterior. Mirtha Pérez Rodríguez narra que resulta una dificultad añeja; ahí se recogen las aguas albañales de varios edificios multifamiliares. Los trabajos alivian unos días y luego reaparece la filtración hacia la cuadra donde ella reside. “Hemos preguntado a varios representantes de instituciones, pero siempre nos dicen que no es su encargo, sino de otros. Mientras, permanecen dos cisternas muy cerca y no podemos ni utilizar el portal por el mal olor. Los perros, los peatones y hasta los carros se vuelven agentes contaminantes”.
BAHÍA ADENTRO
Niños, animales y cientos de yumurinos acuden con frecuencia a la playa El Judío de esta ciudad con deseos de refrescar el calor. Sin embargo, más que una diversión, sus aguas se tornan un peligro.
Si bien la bahía de Matanzas está considerada por los especialistas del Citma como limpia, debido a que los principales parámetros hidroquímicos se encuentran en niveles adecuados y además  posee un gran poder autodepurador que garantiza una rápida recuperación de la calidad de las aguas del ecosistema, influyen en ella los procesos de contaminación asociados al deterioro de los indicadores microbiológicos provenientes de las zonas aledañas a las desembocaduras de los ríos San Juan y Yumurí.
La perturban contaminantes de origen orgánico generados por los diversos barrios de la localidad que no poseen alcantarillado o cuyo tratamiento  resulta deficiente, ocasionando un impacto negativo en dicha playa y la zona del Chiquirrín.
Explica Alejandro Bacallao Expósito, especialista en gestión ambiental de la Unidad de Medio Ambiente de la Delegación Territorial del Citma, que existe control sobre las fuentes contaminantes que de manera directa vierten sus residuales a la bahía y aquellas que a través de las cuencas llegan de manera indirecta.
“Tenemos un programa a través del cual las entidades que tributan a las cuencas y a la bahía tienen que presentar un plan de acción para aminorar los daños que causan al ambiente. Nosotros las visitamos y valoramos la posibilidad real que tienen de cumplirlo. Otro tanto corresponde al grupo regulatorio encargado de velar porque se consume lo establecido en  las normas de vertimiento de zona costera”, manifiesta Bacallao Expósito.
Materia orgánica, hidrocarburos, grasas, aceites, residuos albañales llegan de forma directa o indirecta a las aguas de la bahía, provenientes de áreas residenciales de la urbe y de industrias cercanas a estos afluentes.
INDISCIPLINA: LA GOTA QUE LLENA LA COPA
El irrespeto a las regulaciones urbanísticas y a las más elementales normas de convivencia contribuye a agravar el panorama.
“Existe un resquebrajamiento de la disciplina. Para edificar una casa la Dirección Municipal de la Vivienda exige la fabricación de una fosa maura, sistema de tratamiento de residuales a menor escala que separa el componente sólido del líquido. Hoy la mayoría de las personas, máximas responsables de sus depósitos, abren un hueco, lo sellan por fuera y buscan una grieta por donde drene. Este orificio incorpora el residual al manto freático y en el caso de la urbe yumurina va hacia el mar”, argumenta Cabrera Jiménez.
En los repartos abundan las construcciones de garajes, ampliaciones y corrales para la cría de animales encima de los registros, lo que impide su saneamiento. “Además, muchas personas edificaron o levantaron muros sobre sitios por donde corre el agua, provocando su atasco. Ello determina que se haga necesario crear un pozo de infiltración para recoger el líquido y todo lo que se estanca; en este proceso no existe tratamiento, se realiza una inyección directa al manto freático”, analiza el subdelegado.
En la actualidad, resulta peligroso el aumento de la cría porcina, cuyos corrales no cumplen los requisitos para el tratamiento de residuales según el volumen de animales de que disponen.
En el caso de La Marina, señala el directivo que se construyó encima del área del río, y el flujo del agua afecta a las fosas. “Si sube la marea se llenan y si baja, a la inversa, es muy difícil evitar la contaminación.
“Se hizo una inversión en 2009 porque tenían una red hidráulica en pésimas condiciones, se emprendió la rehabilitación y pusimos los metrocontadores”.
APUNTES FINALES
Un punto en contra  que presenta la Atenas de Cuba radica en la escasa cobertura de alcantarillado, que apenas alcanza un 13 por ciento. Solo lo poseen los repartos Camilo Cienfuegos y el Armando Mestre.
Además, múltiples organismos influyen en el proceso; si no trabajan con eficiencia y total colaboración será muy difícil aportar soluciones integrales.
Dice la sabiduría popular: “agua que no has de beber, déjala correr”; pero aquella que si se consumirá debe ser estrictamente monitoreada y protegida, para que nunca sea un paso aventurado llevarla a los labios.
Por Jessica Acevedo Alfonso y Yeilén Delgado Calvo
Fotos: Jessica Acevedo Alfonso

No hay comentarios:

Publicar un comentario