viernes, 26 de junio de 2015

Tras la huella de los malos pasos…



Desde niño su familia lo incitó a beber. Entonces no advertía el peligro que significaba ingerir el vino sin límites. Tampoco quienes lo rodeaban parecían ser consciente del futuro que le araban, cuando con una palmada en la espalda lo apoyaban: “Tome que usted es un hombre”.

“Después comencé a hacerlo a diario,  sin control, dejaba el salario en el alcohol, incluso estuve internado en el Hospital Psiquiátrico. No fui entendí el daño provocado a mis hijas, hasta que ellas me obligaron a escoger entre la bebida y continuar a su lado”, relata Carlos Morán Salazar.
Hoy lleva cinco años sobrio. “Fue muy difícil, la constancia es fundamental para dejar cualquier adicción, pues las mismas amistades te inducen a embriagarte; he ido a fiestas donde me ligan el ron con refresco, pero no lo pruebo”.
A su lado, Felipe Barrera Blanco habla de las recaídas y de lo importante de buscar ayuda a tiempo. Él casi pierde a su esposa, pero la perseverancia de ambos lo llevó al triunfo: “Hace 4 mil 885 días no tomo, 13 años y medio”.
UN GRUPO ALEJADO DE LAS DROGAS
Felipe y Carlos se desempeñan en la actualidad como promotores del Grupo Institucional para la Rehabilitación del Alcoholismo. Aquí, gracias a la terapia grupal, en la que se insertan pacientes rehabilitados y hospitalizados, aprendieron a lidiar con la adicción.
Explica el Máster en Ciencias Vicente Hernández Castro, profesor consultante de la Universidad de Ciencias Médicas, que las drogas son sustancias psicoactivas productoras de cambios en el tono anímico, afectivo y en la velocidad de los pensamientos. También causan un estado de bienestar similar a la disipación, que no es fisiológico, sino artificial.
“Unas tienen una repercusión nefasta. Se pierde la capacidad de representar las consecuencias de las acciones antes de ejecutarlas. El alcohol te hace percibir la realidad torcida y semejar imágenes e ideas que cristalizan de manera predispuesta.
En el caso de la marihuana, que no resulta benévola, posee efecto psicopatológico. Ocasiona infertilidad en el hombre si se consume por un tiempo largo, puede provocar cáncer y distorsión de la conciencia, además de ocasionar alucinaciones y dificultad para definir los contornos. En Matanzas no existe un comportamiento masivo, solo hechos aislados en grupos de personas reconocidas en las comunidades”, añade.
FRENAR LOS MALOS PASOS
Con el fin de comercializar la planta y lucrar a costa de las adicciones ajenas, en la finca El Bolo, un ciudadano, además de ayudar al propietario en las labores habituales que exige el trabajo en la tierra, inició una plantación de marihuana.
Distante de allí, en el barrio de La Playa, otra iniciativa vio la luz. En el patio de una vivienda, un ejemplar, de un metro y 90 centímetros de altura y más de 700 gramos, progresaba en una maceta, mientras se valoraban las posibilidades de expandir la siembra y comercializarla.
Gracias a la labor oportuna de los órganos del Ministerio del Interior, ninguna de las propuestas fructificó. Aclara el mayor Ernesto Rivera Zapata, jefe del Grupo Antidroga de la Policía Técnica Investigativa de Matanzas, que la actividad operativa en el territorio ha incrementado las acciones sobre los estupefacientes, con énfasis en la detección de cosechas.
“En la cabecera provincial se descubrieron las dos siembras mencionadas. Debido al nivel adquisitivo de sectores relacionados con el tráfico; a la concentración de personas procedentes de otras regiones y al desarrollo del turismo, se acrecienta el trabajo en Matanzas, Cárdenas y Varadero. A este último territorio concurren individuos con el afán de estafar extranjeros y emplean sustancias similares y picadura vegetal”.
Aunque en 2014 su cultivo con respecto a etapas anteriores se incrementó, esta no ha sido la principal vía de suministro. “El narcótico que entra lo introducen expendedores de la capital en cantidades pequeñas, para venderlo entre un grupo reducido de jóvenes. También la trafican desde Guantánamo y Santiago de Cuba”.
La marihuana es una droga de abuso, debido a sus efectos nocivos; de ahí que en la Isla nadie esté autorizado a cosecharla. “Quienes se arriesgan a plantarla lo hacen, en su mayoría, en tierras estatales y ociosas, a las que no existe un libre acceso. Ese fue el caso de otro cultivo detectado en zonas aledañas a la Empresa de Cítricos, en Jagüey Grande”, especifica.
Así, los asentamientos poblacionales resultan lugares propicios para dichos fines. “Residentes en otras provincias, muchos controlados por los órganos del Minint en su lugar de origen, se trasladan hacia esos sitios de manera ilegal. Sin una actividad socialmente útil se vinculan a estos procederes”, manifiesta.
Los centros nocturnos y lugares públicos, a donde asisten desvinculados iniciados en el consumo de alcohol, cigarros y medicamentos, y en los cuales se ha logrado un mercado, devienen blancos identificados por los expendedores.
Con el propósito de garantizar una recreación sana y prevenir estos comportamientos, se desarrolla una labor conjunta entre el Minint, organizaciones políticas y de masas e instituciones dirigidas a formar una juventud plena y libre de drogas.
Foto: Abel López Montes de Oca

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