Desde niño su familia
lo incitó a beber. Entonces no advertía el peligro que significaba ingerir el
vino sin límites. Tampoco quienes lo rodeaban parecían ser consciente del
futuro que le araban, cuando con una palmada en la espalda lo apoyaban: “Tome
que usted es un hombre”.
“Después comencé a
hacerlo a diario, sin control, dejaba el salario en el alcohol, incluso
estuve internado en el Hospital Psiquiátrico. No fui entendí el daño provocado
a mis hijas, hasta que ellas me obligaron a escoger entre la bebida y continuar
a su lado”, relata Carlos Morán Salazar.
Hoy lleva cinco años
sobrio. “Fue muy difícil, la constancia es fundamental para dejar cualquier
adicción, pues las mismas amistades te inducen a embriagarte; he ido a fiestas
donde me ligan el ron con refresco, pero no lo pruebo”.
A su lado, Felipe
Barrera Blanco habla de las recaídas y de lo importante de buscar ayuda a
tiempo. Él casi pierde a su esposa, pero la perseverancia de ambos lo llevó al
triunfo: “Hace 4 mil 885 días no tomo, 13 años y medio”.
UN GRUPO
ALEJADO DE LAS DROGAS
Felipe y Carlos se
desempeñan en la actualidad como promotores del Grupo Institucional para la Rehabilitación del
Alcoholismo. Aquí, gracias a la terapia grupal, en la que se insertan pacientes
rehabilitados y hospitalizados, aprendieron a lidiar con la adicción.
Explica el Máster en
Ciencias Vicente Hernández Castro, profesor consultante de la Universidad de
Ciencias Médicas, que las drogas son sustancias psicoactivas productoras de
cambios en el tono anímico, afectivo y en la velocidad de los pensamientos.
También causan un estado de bienestar similar a la disipación, que no es
fisiológico, sino artificial.
“Unas tienen una
repercusión nefasta. Se pierde la capacidad de representar las consecuencias de
las acciones antes de ejecutarlas. El alcohol te hace percibir la realidad
torcida y semejar imágenes e ideas que cristalizan de manera predispuesta.
En el caso de la
marihuana, que no resulta benévola, posee efecto psicopatológico. Ocasiona
infertilidad en el hombre si se consume por un tiempo largo, puede provocar
cáncer y distorsión de la conciencia, además de ocasionar alucinaciones y
dificultad para definir los contornos. En Matanzas no existe un comportamiento
masivo, solo hechos aislados en grupos de personas reconocidas en las
comunidades”, añade.
FRENAR LOS
MALOS PASOS
Con el fin de
comercializar la planta y lucrar a costa de las adicciones ajenas, en la finca
El Bolo, un ciudadano, además de ayudar al propietario en las labores
habituales que exige el trabajo en la tierra, inició una plantación de
marihuana.
Distante de allí, en
el barrio de La Playa,
otra iniciativa vio la luz. En el patio de una vivienda, un ejemplar, de un
metro y 90
centímetros de altura y más de 700 gramos, progresaba
en una maceta, mientras se valoraban las posibilidades de expandir la siembra y
comercializarla.
Gracias a la labor
oportuna de los órganos del Ministerio del Interior, ninguna de las propuestas
fructificó. Aclara el mayor Ernesto Rivera Zapata, jefe del Grupo Antidroga de la Policía Técnica
Investigativa de Matanzas, que la actividad operativa en el territorio ha
incrementado las acciones sobre los estupefacientes, con énfasis en la
detección de cosechas.
“En la cabecera
provincial se descubrieron las dos siembras mencionadas. Debido al nivel
adquisitivo de sectores relacionados con el tráfico; a la concentración de
personas procedentes de otras regiones y al desarrollo del turismo, se
acrecienta el trabajo en Matanzas, Cárdenas y Varadero. A este último territorio
concurren individuos con el afán de estafar extranjeros y emplean sustancias
similares y picadura vegetal”.
Aunque en 2014 su
cultivo con respecto a etapas anteriores se incrementó, esta no ha sido la
principal vía de suministro. “El narcótico que entra lo introducen expendedores
de la capital en cantidades pequeñas, para venderlo entre un grupo reducido de
jóvenes. También la trafican desde Guantánamo y Santiago de Cuba”.
La marihuana es una droga
de abuso, debido a sus efectos nocivos; de ahí que en la Isla nadie esté autorizado a
cosecharla. “Quienes se arriesgan a plantarla lo hacen, en su mayoría, en
tierras estatales y ociosas, a las que no existe un libre acceso. Ese fue el
caso de otro cultivo detectado en zonas aledañas a la Empresa de Cítricos, en
Jagüey Grande”, especifica.
Así, los
asentamientos poblacionales resultan lugares propicios para dichos fines.
“Residentes en otras provincias, muchos controlados por los órganos del Minint
en su lugar de origen, se trasladan hacia esos sitios de manera ilegal. Sin una
actividad socialmente útil se vinculan a estos procederes”, manifiesta.
Los centros nocturnos
y lugares públicos, a donde asisten desvinculados iniciados en el consumo de
alcohol, cigarros y medicamentos, y en los cuales se ha logrado un mercado,
devienen blancos identificados por los expendedores.
Con el propósito de
garantizar una recreación sana y prevenir estos comportamientos, se desarrolla
una labor conjunta entre el Minint, organizaciones políticas y de masas e
instituciones dirigidas a formar una juventud plena y libre de drogas.
Foto: Abel López Montes de Oca
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