viernes, 23 de mayo de 2014

Encrucijadas a mitad del camino



Aunque las matemáticas no le desagradaban y las letras se le daban bien, nunca pensó que elegir una carrera universitaria causaría problemas para ella. Quizás por eso no se preocupó demasiado y la decisión fue postergada varias ocasiones hasta que casi terminando el duodécimo grado vino el momento de llenar la boleta.
 Vaciló muchas veces antes de hacer cualquier apunte en el papel. Varias de sus amigas le habían recomendado algunas profesiones y sus ventajas futuras pero, en realidad, no conocía a profundidad ninguna. De niña siempre le gustó el teatro, la actuación le atraía, y aun cuando supo de las pruebas de aptitud para matricular en el Instituto Superior de Arte no creyó aprobarlas.

 En ese instante solo tenía claro que quería continuar superándose, preferentemente en la Universidad, pues para ello se había esforzado durante tres años en el preuniversitario, donde orientación no había encontrado. Por fin eligió Ingeniería Informática, le pareció una buena alternativa y además muy de moda por aquel tiempo. Detrás otras nueve propuestas rellenaron los espacios en blanco.
 Con energías renovadas inició el nuevo curso en septiembre mas, pronto, unas tras otras, se fueron desplomando sus expectativas. Informática no era lo que pensaba, las asignaturas le parecían complicadas y su rendimiento comenzó a bajar. Al terminar el primer semestre solicitó una licencia con la esperanza de volver a presentarse a las pruebas de ingreso y seleccionar mejor.
 Si bien la historia de esta chica pudiera parecer aislada, la realidad es que no pocos estudiantes se ven ante una escabrosa encrucijada a la hora de elegir una ocupación o profesión, pues en verdad no es tarea sencilla. Factores como los intereses, las capacidades de cada quien, la vocación y las perspectivas de desarrollo profesional que ofrece una determinada carrera en el mundo laboral no deben obviarse entonces.
Se trata, pues, de una de las decisiones más importantes en la vida de cualquier joven, por lo que este deberá estar preparado para ese momento. La formación vocacional y orientación profesional constituyen prioridad en nuestro Sistema Nacional de Educación. Maestros, alumnos y padres, se hallan imbricados todos en el difícil y complejo proceso de ‘qué voy a estudiar’. 
LA FORMACIÓN VOCACIONAL
A través de ella se pretende inculcar valores, convicciones, intereses y conocimientos hacia el contenido de las profesiones; así como la aprehensión de hábitos y destrezas que permiten conformar la identidad competitiva del sujeto con miras al desempeño futuro. 
Comienza, por ende, en el hogar, donde los niños observan a sus padres, la manera en qué se ganan la vida y la importancia que conceden al trabajo. Luego, en la escuela los maestros tienen la responsabilidad de incorporar técnicas e instrumentos al proceso de enseñanza- aprendizaje en aras de estimular a los alumnos e influir de modo positivo en sus inclinaciones. De ahí que la orientación profesional dependa en buena medida de la formación vocacional recibida durante la preparación integral de los individuos.
Los círculos de interés figuran e


ntre los proyectos que tienen dicha función. Ciertamente existe en las escuelas un número considerable de ellos, sin embargo, no todos funcionan como debieran ni siempre se cuenta con los instructores para impartirlos o los medios imprescindibles. En ocasiones tampoco responden a las expectativas de los educandos y a las propias especialidades que luego aparecen en las ofertas de continuidad de estudio.
Para el doctor en Ciencias Raudelio Machín Suárez, profesor de Psicología en la Universidad de Matanzas Camilo Cienfuegos (UMCC)  debe iniciar lo más temprano posible, conviene crear condiciones por lo menos desde que el niño empieza a pensar racionalmente. Luego del segundo ciclo de la primaria ya se puede motivar hacia otro ambiente que no sea el puramente académico”.
 En la secundaria básica no todos los centros brindan la atención que merece el proceso, sin embargo, resulta vital pues aquí se desarrollan determinadas capacidades psicológicas esenciales para la adquisición de destrezas, difíciles de cultivar en otros niveles.  
 “Si el niño no aprende a escribir, redactar, comunicarse, es probable que después no pueda obtener una profesión relacionada con ese perfil, ya que estas habilidades no se alcanzan en la Universidad”, explica Machín Suárez.
“A ello se sumarán luego los aspectos motivacionales y el conocimiento de lo que son las profesiones para, entonces, establecer las diferencias entre ellas y elegir si quieren encaminarse hacia una formación técnico- profesional, un preuniversitario o posteriormente la universidad.
“Por otra parte, la tendencia contemporánea ha conllevado a que por distintas razones el paternalismo haya retardado la capacidad de decisión del individuo y haya hecho que la sociedad ponga en manos de los adultos la decisión de los adolescentes y jóvenes.” 
YO QUIERO SER…
Encuestas realizadas en planteles de las enseñanzas Secundaria Básica y Preuniversitaria revelaron que cuando se trata de orientar a los jóvenes hacia las necesidades económicas reales del lugar donde viven —cuestión que el país demanda en los momentos actuales—, aún queda buen trecho por recorrer.
Así, por ejemplo, en un grupo de onceno grado del IPU José Antonio Echeverría, de Calimete — municipio eminentemente agrícola—, un número considerable manifestó su anhelo por estudiar carreras vinculadas al sector de la Salud e Idiomas; ni siquiera uno mostró interés por alguna especialidad relacionada con las potencialidades de ese territorio. Tampoco por las de perfil pedagógico.
Al indagar por los medios que les aportaban conocimientos sobre las futuras profesiones ubicaron a la familia y las amistades como los principales. En menor medida aparecieron la escuela y los círculos de interés. Asimismo, intercambios con varios jóvenes de primer año en la UMCC corroboraron que no en todos los planteles del nivel precedente al que cursan se les da el uso adecuado al soporte bibliográfico con que cuentan, incluidos el libro ¿Qué voy a estudiar? y los CD proporcionados por la propia casa de altos estudios y la Universidad de Ciencias Pedagógicas Juan Marinello. Alegaron que por lo general es en duodécimo grado cuando se les informa algo.
Consciente de cuánto falta por hacer, Ricardo Muñoz Alonso, jefe del departamento de Educación Preuniversitaria en la Dirección Provincial del ramo, explicó que se labora por perfeccionar el trabajo en tal sentido y que a partir de décimo grado se insertan a los alumnos en las sociedades científicas con actividades que fomentan su interés por una profesión u otra.
“En el IPVCE, dada la finalidad de este tipo de centro,  se fortalecen las carreras de ciencias; mientras en el resto de los preuniversitarios están diseñados los programas para que sepan con qué temáticas deben trabajar a partir de una evaluación diagnóstica previa que revela cuáles son las especialidades deficitarias en cada municipio.
“Debido a la situación que tiene la provincia con la cobertura de maestros y profesores, la prioridad la tienen las carreras con perfil pedagógico, aunque hoy no logramos los índices de incorporación que precisamos y queremos.
“Para incentivar la inclinación por estas y otras disciplinas seguimos consolidando desde las estructuras municipales el grupo de formación vocacional en el que participan los organismos; se conciben actividades con las universidades como las puertas abiertas, intercambios y debates para acercar a los alumnos a las carreras que un futuro pudieran estudiar.
“Por la importancia que sabemos tiene el momento de la elección preparamos tanto al estudiante como a la familia para el llenado de las boletas en pos de que no se impongan criterios. A todos los egresados del nivel se les garantiza una plaza en la Educación Superior, solo que no siempre coincide con la primera opción que piden. De ahí la necesidad de hacer una valoración general de cada una de las solicitudes. Al respecto, el profesor guía desempeña un rol fundamental.”
¿Y EN LA UNIVERSIDAD?
Aun cuando algunos piensan que lo significativo es llegar a la Universidad, no importa cuál sea la elección, el problema a este nivel resulta más complejo.
Para Laritza Chaveco Maceo, estudiante de primer año en la UMCC, las cosas se complicaron a partir de una mala selección.  “Yo quería Química, no Informática que fue lo que me llegó pese a ponerla en tercera opción. Antes de comenzar a estudiar no conocía en qué consistía la carrera, ni el plan de estudio, porque en el pre te orientan por arriba y no se profundiza bien, ahora no me gusta y estoy esperando terminar el curso y ver si puedo cambiarme para otra especialidad”.   
Ailet Torres Hernández, Yiliet Fuentes González y Lisette Castellanos Morejón escogieron carreras diferentes, no obstante, el apoyo de la familia resultó vital. “Mi papá trabaja en lo mismo, pero hasta que no entré a la universidad y comencé a recibir las asignaturas no fue que conocí bien de qué trataba, explica Yiliet, quien cursa satisfactoriamente el cuarto año de Ingeniería Industrial.
Algunos centros docentes dejan el mayor peso en manos de la familia, amigos, medios de difusión y la sociedad; otros reconocen la importancia de guiar a sus alumnos a tiempo y afianzan las vías para garantizar una preferencia acertada.
“Agronomía fue lo que me llegó, era mi opción 10, pero como siempre me gustó la naturaleza y además vivo en una región agrícola, Jagüey Grande, cuando empecé me resultó interesante. Sabía de qué trataba porque en onceno grado nos entregaron unos folletos muy instructivos”, alega Yenier González Crossier.
Omar Luis Hernández Mena, de primer año de Mecánica, confiesa que “no sabía mucho en lo que consistía porque en realidad quería Civil y me concentré más en esta última rama, pero en la escuela sí nos orientaron sobre las distintas especialidades”, añade. 
Está claro que de la selección certera de una carrera dependerá el éxito profesional, de ahí la importancia de una correcta labor de orientación educativa, aspecto no abordado conscientemente por la totalidad de los profesores. Y es que si bien esta tarea compete a la sociedad, a la familia y la escuela en su conjunto, es en esta última donde se puede desarrollar con eficiencia.
Por Jessica Acevedo y  Miriam Velázquez

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