5:30 AM: El frío de la madrugada no mengua, ni tampoco el ir y venir de
los revendedores. Entre sacos con frutas, viandas y hortalizas
comienzan el llenado de sus carretillas, que respaldadas por la penumbra
del alba, aguardan fuera de los linderos de la Plaza XIV Festival, en
la ciudad de Matanzas.
Las
puertas permanecen cerradas al público, pero abundan los huecos en las
cercas, por donde se escabullen personas cargadas de mercancías. Dentro
del local se ultiman detalles para iniciar la venta a la población,
mientras las mejores producciones ya tienen dueños que desgarrarán los
bolsillos de los yumurinos. Así inició la jornada del pasado 8 de
febrero.
FERIA: ¿OPORTUNIDADES Y REALIDADES?
Cada
domingo, cientos de familias cifran expectativas en el evento, con el
propósito de adquirir productos a precios más bajos que los establecidos
por vendedores ambulantes y las conocidas “placitas particulares”.
Llevan en las manos jabas, y en su mente un presupuesto prestablecido
con la finalidad de asegurarse de lo básico indispensable en las
cocinas.
Según
Freddy Castillo Gutiérrez, vicepresidente de Alimentos en el Consejo de
la Administración Municipal (CAM), en el espacio confluyen diversos
organismos y representa una oportunidad única porque convergen gran
variedad de producciones. Explica que “desde las cuatro de la
madrugada entran los camiones con la factura. Los responsables de
Comercio y Salud aseguran la legalidad de la carga y confeccionan la
Declaración Jurada, donde consta la cantidad de productos y sus precios.
La actividad ha ganado en organización, belleza y continuamos
perfeccionando detalles”.
Si
bien es cierto que hoy la Feria muestra otra cara, en la que los
dependientes lucen uniformes y se evidencia una mejor distribución de
los locales, todavía persisten insatisfacciones. Aunque los residentes
en La Atenas de Cuba reconocen los beneficios de contar en la urbe con
espacios como este, coexisten diversidad de criterios: “Las ofertas aún
no suplen las demandas. De ahí que, determinadas mercancías se agoten en
poco tiempo, por ejemplo el queso”, explica Gladys Martínez Benítez.
Similar sucede con el helado, manifiesta Marcia Peñate Rojas, que nunca
ha accedido a él, además, cuando llega al terreno cerca de las 10 de la
mañana lo que queda no posee óptimas condiciones.
Alexis
Díaz González argumenta que “se pudieran pensar estrategias, como
ofertar jabas de nailon o de otro tipo. Acudo a los particulares y creo
que estos ni siquiera son legales. El baño se mantiene en condiciones
deplorables y se cobra la entrada”.
FERIA: ¿MERCADO MAYORISTA PARA LOS CARRETILLEROS?
Las pesquisas llevadas a cabo por este
equipo de reporteros, confirman que desde enero se observa mayor
organización en el recinto y ha disminuido el procesamiento de personas
acaparadoras, debido a la acción oportuna de la Policía Nacional
Revolucionaria (PNR) y los inspectores integrales. Aunque todavía
perduran brechas muy bien aprovechadas por los especuladores.
Con
el fin de evitar el desorden y proporcionar un espacio a los
trabajadores por cuenta propia, se adoptaron medidas en horarios en que
merma la afluencia de público. Según Castillo Gutiérrez, por decisión
del CAM, se autorizó que estas figuras económicas accedan a la
instalación después de las 12 del día, cuando ya los yumurinos han
cubierto sus necesidades. Además, coexisten placitas de Acopio en la
ciudad abastecidas, para venderles y servirles de mercado mayorista”.
Por su parte, el teniente coronel Antonio
Santana Denis, jefe de la PNR en el municipio de Matanzas, asegura que
alrededor de 15 casos se han procesado en lo que va de año por
acaparamiento en grandes cantidades. “También detectamos que personas de
Unión de Reyes y Limonar compraban enlatados, refrescos y galletas para
trasladarlos a esos territorios donde escasean y duplicarles el precio.
Por ello responderán ante la ley.
“Alrededor de la Plaza se ubicaban
individuos que obtenían en relevantes sumas, producciones del agro muy
solicitadas, adquiridas a veces en la propia feria y las revendían.
Algunos poseían licencia para ejercer el cuentapropismo, otros no.
Identificamos a esos sujetos y desarrollamos acciones evitando la
situación. Hoy ha disminuido la actividad delictiva, sin embargo, es un
trabajo de conjunto en el que deben intervenir todas las entidades y así
asegurar el éxito”.
Respecto a la disyuntiva que genera la
temática, los yumurinos se expresan. “Antes del mediodía ya los
carretilleros se han llevado lo mejor. Comercializan con los camioneros.
Pagan a precios elevadísimos; y estos los surten, incluso, hasta en la
casa. La guayaba la revenden a dos y tres pesos”, dice Marcel Hernández
Placeres.
“No estoy en contra de que existan, a
veces resuelven, pero hay que crear mecanismos eficaces de
abastecimiento. Pudieran comprar aquí, una vez que termine la
actividad”, ilustra Roilán Martínez Palo. Mientras, Alex Parra Casas
reflexiona: “No me parece lógico que almacenen lo mejor y más escaso y
luego especulen. Es un robo a gritos a la ciudadanía. Habría que
repensar cómo hacerlos funcionales, crearles suministradores o que las
placitas permanezcan abastecidas, si así fuera no tiene sentido que
existan”.
¿Y ESTO QUIÉN LO PARA?
El engaño al consumidor, las artimañas
para evadir el fisco y las violaciones constituyen el pan de cada
domingo. Según Aleida López Acosta, “no rige uniformidad de precio
entre los puestos”. Obdilio Suárez Morales, alega que “las pesas son un
caos y las mesas no acompañan al consumidor, casi todas están cojas lo
que les sirve de simulacro. No queda claro si es obligado pesar todos
los productos”.
Para
Martina Fernández Paz, cada fin de semana representa una aventura.
“Constan carteles aislados con los costos, mas los comerciantes imponen
el suyo propio y cuando reclamas disimulan y no te venden”. Dinorah
García Gutiérrez, se cuestiona: “Sé que los inspectores andan por aquí,
pero no se hacen sentir. Abundan proveedores ilegales de jabas, palitos
de tendedera, percheros y otros. Además, continúan las transgresiones,
se sigue vendiendo por unidades de medidas no establecidas”.
Así también lo constató este equipo de
reporteras en varias visitas realizadas al recinto ferial, ocasiones en
las que pudimos observar la venta de zanahorias por mazos y no en libras
como se exige, duplicándose y hasta triplicándose su precio. Similar
ocurría con el ají que se expendía en vasos por un costo de cinco pesos
la libra. Al ser comprobada la medida instaurada por los comerciantes,
la misma solo llegaba a los 125 gramos, de los 460 que debía ser.
Sin dudas, la población desempeña un rol
esencial, en aras de evitar que estas conductas proliferen. En el lugar
existen pesas de comprobación, y en contadas ocasiones las emplean,
debido al desconocimiento de su presencia; o por temor a “buscarse
problemas”.
Argumenta Ernesto Herrera Flores,
director Provincial de Supervisión Integral, que en seis domingos de
trabajo de 2015, se impusieron 72 multas por engaño al consumidor
detectado en el pesaje, alteración de los precios registrados en el
listado, pizarras informativas desactualizadas, presencia de pesas no
certificadas y no declaración de productos.
“Persisten problemas que afectan la
transparencia del proceso. No se revisan de forma adecuada las facturas y
los concurrentes introducen más de lo que informan. Se declaran
mercancías en unidades que luego no se utilizan.
Determinados negociantes no portan certificación de la Cooperativa de
Crédito y Servicio; y algunos que han sido multados por engaño al
consumidor presentan otro carné de identidad”, explica el directivo.
Además, hay quienes se hacen pasar por ayudantes ilegales cuando en
verdad son intermediarios.
La higiene continúa siendo asignatura
pendiente. Ana Dayma Ortiz Puñales, directora municipal de Salud, expone
que es imprescindible cumplir normas sanitarias elementales. “El
vendedor no puede ser quien cobra, debe protegerse con guantes, mantener
sus uñas cortas, sin prendas, el cabello cubierto y ropa adecuada. Las
instalaciones deben poseer agua corriente, la mesa no puede ser de
madera para evitar la contaminación cruzada de alimentos.
“Las dificultades disminuirían si se
repiensa más la distribución. La estructura presenta locales propicios
con fregaderos, agua, mostrador de granito y protegidos del Sol. Ingerir
alimentos en mal estado, es nefasto para la salud”.
Todavía quedan cuestiones por resolver
con el fin de evitar incomodidades al pueblo. Respetar los precios
topados, cumplir con las medidas elementales para expender los
productos, garantizar mayor surtido y calidad en lo que se vende y
fomentar una cultura del servicio en los comerciantes deben ser
observadas por quienes organizan y dirigen el evento.
Exigir un buen trato que incluye el
pesaje correcto, las medidas sanitarias requeridas y la elección de lo
que compraremos, también forma parte de los derechos del consumidor, muy
subvalorados en la actualidad. Otro tanto corresponde a las autoridades
encargadas de velar porque se preserven las garantías del cliente,
quienes tienen el deber de aguzar ojos y oídos para frenar las
ilegalidades y que la insatisfacción no empañe el rostro de la Feria. Texto: Yaidima Díaz Gómez, Katherine Subiaut Azcanio y Jessica Acevedo Alfonso, Fotos: Abel López Montes de Oca)
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