Rumba, mulatas, ron y tabaco es para muchos foráneos la isla
de Cuba, reducida a una imagen cultural que constantemente se mercantiliza de la Mayor de las Antillas. Un
discurso estereotipado del país venden los medios de comunicación extranjeros,
agencias de viajes, incluso cubanas, y grandes compañías comercializadoras,
regidas por las leyes de oferta y demanda, y que muestran un desconocimiento de
la realidad cubana.
Obvian estos discursos valores distintivos de nuestra
cultura, tradiciones, identidad e idiosincrasia que van más allá del
establecimiento de cánones y solo muestran sectores marginados de la sociedad
que no revelan la completa realidad del país.
Pero aunque los estereotipos culturales parecieran
agudizarse más a la luz de la contemporaneidad, en Cuba estos tienen su origen
en la colonia y en sus mecanismos de dominación y sobre los habitantes de la Isla. Surgieron a
partir de valoraciones racistas y factores descontextualizados y reelaborados
como arquetipos.
Cobraron auge los estereotipos satíricos del gallego, la
mulata y el negrito que alcanzaron gran relevancia dentro del teatro bufo
costumbrista. A ellos se unieron nuevos estereotipos surgidos durante la
neocolonia, que estuvieron asociados a la corrupción imperante en este período.
La proliferación de juegos y vicios, la comercialización por las compañías
norteamericanas de los principales reglones económicos: el azúcar y el tabaco y
sobre todo la práctica de la prostitución, acentuaron estos cánones.
Muchas veces se obvia en estos discursos mercantilistas que
la identidad cubana se formó a partir de la mezcla de diferentes etnias que
convergieron en la Isla
y los aportes de las culturas aborigen, hispana, africana y china, conformando
lo que denominara Don Fernando Ortiz “ajiaco criollo”.
El triunfo revolucionario del primero de enero de 1959,
abrió un nuevo período de cambios que perfeccionaron el proyecto nacional y la
cultura cubana. Estas modificaciones transformaron la visión de la Isla ante el mundo. Por
primera vez Cuba fue libre de ataduras y se trató de liberarla de los patrones
que prevalecían sobre su cultura.
Aun con avances sólidos en cuanto al desarrollo cultural en
Cuba y con logros sobresaliente en la esfera internacional, todavía medios de
comunicación como el cine promueven la divulgación de esquemas y valores que no
se corresponden con la idiosincrasia nacional y constituyen una amenaza a la
identidad cultural cubana.
Innegablemente, los estereotipos culturales reflejan
prácticas y elementos que históricamente se han preservado en la cultura, pero
no recogen toda la riqueza que define a una nación. Repensar ofertas
comunicativas que defiendan mundialmente la identidad cubana es un reto.
Propuestas que exalten nuestras costumbres,
tradiciones, lenguaje, valores y toda la variedad de elementos que conforman el
patrimonio intangible de la Isla
con un orgullo hacia lo propio.
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