Ayer hice limpieza general en mi cuarto. Es
una tradición que siempre me acompaña cuando los últimos días del mes de
diciembre me anuncian que ya se acerca un nuevo año. Recojo mi librero, me
deshago de los zapatos viejos, de la ropa que ha estado colgada en el closet y
ya no se puede modificar o regalar a algún pariente cercano, de los papeles que
he ido guardando durante 12 meses, en fin, de todo lo que no me servirá más.
Pero no soy la única que cultiva tradiciones
y maneras singulares para dar la bienvenida al 2014, la diversidad de expresión
que concurre en mi Isla y se manifiesta en la mezcla de colores, música, bailes
y creencias, también lo hace en la forma de festejar la llegada de otro año. Lo
cierto es que en la idiosincrasia del cubano están arraigadas esas costumbres
que hacen del 31 de diciembre una noche especial, cargada de misticismo y
deseos de estrenar un año próspero.
Existe quien decide limpiar todos los
rincones de la casa con bastante agua porque asevera que así se va todo lo malo
y se desprenden las energías negativas y aquellos que se despojan de los
malditos recuerdos del 2013 para iniciar un 2014 renovados y con ansias de
emprender nuevos retos. También quienes piden a sus orishas buenos augurios
para el próximo período, los cuales se resumen casi siempre en salud, suerte y
prosperidad.
No falta quien viste una prenda nueva, porque
quien comienza enero sucio, así quedará para el resto del año. Están los que
encienden velas para atraer amor, paz, salud y armonía o los que
desenfrenadamente dan una vuelta a la manzana para pedir un viaje al
extranjero.
En la mayoría de los hogares cubanos no falta
el cubo de agua a las 12 de la noche cada 31 de diciembre para dejar atrás lo
indeseado; tampoco se olvida el lechón
asado, la yuca con mojo, una buena ensalada mixta, los famosos chatinos o
tostones, el arroz congrí y los típicos buñuelos, complementos indispensables
de la cena en la
Nochevieja. La jornada se ameniza con la quema de un muñeco a
las doce, en representación del año viejo y el baile con lo más pegao del
momento que acompaña la cálida reunión familiar.
Por eso cuando las notas del Himno Nacional
anuncian que ya llegó enero y se celebra otro aniversario más de soberanía e
independencia para el pueblo cubano, los besos, los abrazos, el descorche de la
botella de sidra o champan escoltado por los fervientes deseos que en voz alta
o bien bajito pedimos, y la felicitación oportuna a vecinos y amigos confirman
la certeza de que el 2014 será mejor.
Mientras en otras latitudes el recio invierno proclama
la Navidad,
las ligeras brisas de diciembre nos anuncia a los cubanos que es hora de
celebrar y brindar: por los grandes momentos vividos, por lo que nos propusimos
y logramos, por la alegría de vivir en
una Isla donde este último mes invita a olvidar las penas, trazar nuevas metas
y a cifrar esperanzas en el porvenir.
Fiestas familiares que se politizaron al beneficio de un grupo que por mas de tener razon no tenian el derecho de quitar las fiestas tradicionales
ResponderEliminarNo creo que precisamente sea así, a nadie se le prohibe en Cuba celebrar el 31 de diciembre y mucho menos el 25 que está decretado como un día feriado. Si en algún momento se cometieron errores de este tipo, hoy creo que la dirección cubana supo rectificarlos
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