jueves, 3 de abril de 2014

Despierta Matanzas con los Cocodrilos



Ayer Chicho estrenó su cocodrilo. Apenas terminó el juego salió caldero en mano a la calle para anunciar que ya el equipo de Matanzas estaba en la final, como si alguien en el barrio a esa altura no lo supiera.
“Tremendo nocao, exprimimos a las Naranjas y ahora si vamos por más y si hay que domar a los leones lo hacemos y si hay que fumarse un tabaco también”, dice mi vecino entusiasmado, que ya prepara su saurio de peluche para colgarlo en su viejo almendrón.

“Mañana para montarse en Lola (así le dice al auto) hay que darle a Matanzas”… vocifera mirando a María que es Industrialista, y rápidamente le responde trompeta en mano que esta serie es azul. Enseguida se oye el barrullo general que en indescifrable jerga concluye con la esperanza de este año convertirnos en los campeones nacionales. 
Esta mañana mi escandaloso vecino despertó temprano, su matraca se hizo sonar a las siete en punto, a la legua se nota que disfruta cada momento de la Serie Nacional de Béisbol, “es la mejor época del año, revive a la ciudad, hermana a la gente y se respira alegría”, me comenta mientras me acerca al trabajo.
Por el camino me hace notar satisfecho que tiene razón: la urbe resplandece, el rojo se te cuela por los ojos. Pulóveres, banderas, carteles en los balcones, cocodrilos en los autos, trompetas que anuncian la clasificación a la final y rompen la monotonía cotidiana de la ciudad que a veces parece dormida.
Hoy todo el mundo está de fiesta, desde los niños hasta los más ancianos, desde los más apasionados hasta los más apáticos que niegan su simpatía por algunos de los equipos pero que en el fondo se regocijan con el triunfo de los locales.
Atrás quedaron aquellos momentos en que la pasión beisbolera en La Atenas de Cuba  se limitaba a la efervescencia que provocaba el triunfo de otros equipos a los que nos afiliábamos los matanceros para no dejar morir la fiebre que provoca la pelota en Cuba.
Luego de casi dos décadas de disfrutar glorias ajenas, ahora los Cocodrilos brillan con luz propia y volvemos los de esta tierra a defender a nuestro equipo, a ponernos nerviosos ante una situación tensa, a acongojarnos por las derrotas y saltar y tocar calderos con los éxitos.
“De nuevo llenaremos el Victoria”, me apunta mi entusiasta amigo, mientras suena la corneta a otro fanático que en su pecho lleva la inicial de Matanzas.
Asimismo, le respondo, siempre con el compromiso de brindar un excelente espectáculo, que haga a los Cocodrilos disfrutar el placer de jugar en su pantano. Con alegría y disciplina, con respeto por los deportista que salen a darlo todo al terreno, le digo mientras me bajo del auto.  

1 comentario:

  1. Felicidades a los cocodrilos, desde Antigua y Barbuda , constructores matanceros los apoyan.

    ResponderEliminar