martes, 24 de junio de 2014

Arte Callejero revive la ciudad de Matanzas



“Buenas tardes” le digo y por un instante solo el silencio responde, ni una muestra me indica que me escuchó, parece como si quisiera conservar su apariencia de piedra. Frío, inmóvil, permanece ajeno a las curiosas miradas y al irresistible calor que casi le arranca las gotas de sudor. Mas sus ojos lo delatan descubriendo al ser humano que se esconde tras la pintura metálica.
“Soy periodista” le digo, al mismo tiempo que me hace una seña y un niño a pocos metros tira de la mano de su madre para indicarle que la estatua se mueve. Y como si quisiera que nadie más descubriera su condición de humano, me enseña someramente con quien puedo obtener la información que preciso.

Rompiendo la monotonía cotidiana con sus malabares y sugerentes atuendos que dispersan a rato la quietud de sus rostros, las estatuas vivientes o humanas como muchos se empeñan en llamar al grupo Gigantería, se adueñaron por unas horas de la céntrica calle Medio.
Invitados por el grupo de teatro El Mirón Cubano, los artífices arrastraron su maestría hasta la Ciudad de los Puentes, como parte de un circuito largo que organiza la institución matancera y que legitima y visibiliza esta manifestación más allá de los espacios dedicados a las Jornadas de Teatro Callejero.  
Con el Centro Histórico de La Habana como primera casa, durante 14 años las atractivas estatuas han realizado más de 3 mil  exhibiciones públicas. “Los personajes tienen su propio proceso, ha sido una experiencia diversa, cada cual se viste como puede y se lo permite su imaginación, inteligencia o recursos. La ciudad tiene su ritmo y en esencia proponemos un cambio en su dinámica”, explica Roberto Salas, director del conjunto.
Desde el excéntrico Caballero de París hasta el Hombre de Hojalata estrecharon las manos de los yumurinos, quienes agradecieron el espectáculo vespertino que trastocó durante unos instantes la cotidianidad de la urbe.

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