Como en los tres últimos lustros Adriana
sentirá que la nostalgia hoy es más profunda, más cruel… Quizás extrañará más
el beso, los buenos días, la felicitación, los mimos, el cariño. Tal vez
añorará el deseo de despertar en sus brazos, de decirle te quiero o tan solo
mirar en sus ojos el feliz amanecer.
Adriana tiene a Gerardo lejos, aunque una
extraña cercanía siempre los ha mantenido unidos, allende los mares. El deseo
no merma con el paso del tiempo y ahora que su héroe se acerca al medio siglo
de vida su pecho latirá más fuerte.
Hoy es 4 de junio y Gerardo Hernández Nordelo
arriba a sus 49 años en las frías celdas de una prisión, como tantas otras
veces ya lo ha hecho, aislado del calor de su familia, amigos y las expresiones
de afecto de su pueblo que lo acoge como a un hijo.
Así lo dispuso el Norte revuelto y brutal;
así lo dictaminó un sistema judicial en decadencia, que sin las pruebas legales
elementales amañó el proceso y castigó al antiterrorista con dos cadenas
perpetuas, como si pudiera enclaustrarse a la dignidad sin argumentos.
Otra vez, como en tantas oportunidades el
gobierno norteamericano se las ha ingeniado para plagar de infamias el caso de
los Cinco.
Pero él tiene la estirpe del héroe grande,
ejemplo de rebeldía y patriotismo, resistencia y combate, que ha mantenido
firme sus ideales e intacta su valentía, en la pelea contra la soledad,
campañas mediáticas amarillistas y la hostilidad de vivir en las propias
entrañas del monstruo.
Ni la lejanía, ni la reclusión han
resquebrajado su espíritu, lo han fraguado y convertido en símbolo de lucha y
lealtad.
Una vez más hasta la helada celda llegarán
las cálidas muestras de solidaridad
emitidas desde la Mayor de las Antillas. Camufladas en cartas, poemas, dibujos,
aparecerán los mensajes de amor y solidaridad de todo un pueblo que no cejará
en su lucha hasta verlos regresar.
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