Ríen, cantan, bailan como si a su alrededor
el tiempo no pasará. Con una sonrisa lo resuelven todo y hasta las más crueles
verdades suenan dulces cuando de su boca salen. Derrochan amor, ternura,
gracia, mezcla de inocencia e inteligencia que se nos cuela dentro y estremece.
Con sueños en los bolsillos caminan hacia el
futuro los niños cubanos y festejarán su Día, con la confianza de que tienen un
porvenir garantizado y el deseo de crecer en un universo con más oportunidades
para los infantes de todo el mundo.
Desde el año 1952 se propone en el Congreso de Defensa de la Infancia en Viena, la selección de una fecha para celebrar el Día Internacional
de la Infancia
y posteriormente en 1982, se designa el primero de junio para homenajear a los
pequeños y atender sus carencias.
Mientras que en otros países millones de
infantes viven en la extrema pobreza y sin oportunidades de mitigar su penuria,
en Cuba, este día constituye motivo de satisfacción. La implementación de
programas dirigidos a garantizar el cumplimiento de los derechos infantiles,
velar por su educación y esparcimiento deportivo y cultural, salud y
bienestar, permite el feliz y pleno desarrollo de los más chicos.
Asimismo
por más de medio siglo, en la nación se ha creado todo un cuerpo legislativo
dedicado a garantizar la supervivencia, protección y participación de la
población más joven. Fenómenos detestables como la
prostitución, el trabajo forzado y los llamados niños de la calle, constituyen
categorías inexistentes en el país.
Cuando este primero de junio se oculte el sol,
para muchos infantes del planeta la fecha habrá pasado inadvertida, en cambio
otros, como los cubanos, experimentarán
la dicha de vivir en un país con posibilidades para un completo disfrute de
esta importante etapa de la vida.
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