jueves, 5 de junio de 2014

Día Mundial del Medio Ambiente: lo que nos queda por hacer



Ya lo advertía nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro en 1992 durante la celebración de la que trascendería como Cumbre de la Tierra, efectuada en Río de Janeiro: “Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre”.
No se equivocaba el líder histórico al avizorar los peligros que sobre la humanidad se cernían. Desde entonces, no se ha avanzado lo necesario en el orbe en pos de aunar voluntades para salvar el entorno natural donde estamos obligados a convivir.

Quizás por ello cuando cada año se acerca el 5 de junio, fecha instituida desde 1972 por la Asamblea General de las Naciones Unidas para celebrar el Día Mundial del Medio Ambiente, comience el revuelo en el globo terráqueo, en torno al desarrollo de actividades y estrategias para concientizar sobre la conservación de los ecosistemas, tarea que debería hacerse extensiva a todo el año.
En la actualidad el reto que enfrenta la humanidad es grande. Motivar a los gobiernos, empresas y distintas comunidades del mundo a que emprendan medidas para asegurar la capacidad del Planeta de sostener a las generaciones futuras y garanticen un desarrollo sostenible y equitativo, constituye la misión principal.
Cuba avanza hoy en la protección y aprovechamiento racional de sus recursos naturales, en la promoción de una cultura ambiental responsable y en la implementación de políticas encaminadas a desarrollar estrategias que minimicen los efectos del cambio climático.
Matanzas  resulta una de las regiones más vulnerables del archipiélago ante este proceso, de ahí que resulte esencial extremar las precauciones en aras de revertir sus consecuencias. Fomentar en empresas y población en general ejercicios que ayuden a aminorar la contaminación ambiental, promuevan el reciclaje y protejan las zonas costeras constituyen acciones concretas.      
A nadie asiste el derecho de destruir lo que nos ofrece la Naturaleza. En su preservación a largo plazo radica la supervivencia de nuestra especie, por ello, todo empeño que se ponga en ese sentido no debe limitarse a una celebración, más bien debería constituir práctica cotidiana.

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