viernes, 14 de marzo de 2014

Una Voz en el corazón de la Ciénaga



Hace apenas cinco años, con un vuelo largo y profundo, como el de cualquier pájaro emigrante que revolotea y anida donde más cómodo se siente, llegó la radio a la Ciénaga de Zapata, pedazo de tierra al que le fue otorgado el privilegio de escuchar su propia historia.
Esta vez no de boca en boca, como hace tiempo atrás pulularan, a merced de cuenteros y narradores orales, los acontecimientos del otrora olvidado terruño, sino bullida por las intranquilas voces femeninas, que desde una pequeña cabina, brotan, sorteando los obstáculos cotidianos, para llevar a los cenagueros lo que murmulla el viento en cada rinconcito de la Península.

Manos de mujer que moldean y avivan el antiguo oficio de crear noticias, que asumen el enorme compromiso de ajustarse con responsabilidad y veracidad a los requerimientos de un público ávido y cada vez más crítico, culto y exigente.
Desde el mismo corazón de la Ciénaga, primer lugar en América Latina donde el imperialismo yanqui mordiera el polvo de la derrota, se alza la  Emisora La Voz de la Victoria, humilde, pura, diáfana, consecuente con su tiempo y su gente, signando una nueva etapa de lucha, de cambios y anhelos.
Quizás no soñaron los más viejos con tener una emisora joven y viva, reflejo de sus inquietudes y desvelos, cuando en sus años mozos desandaban los caminos descalzos haciendo carbón para ganar su sustento. Ya la historia es otra, donde crecía la ignorancia, despunta el alba, se revelan los conocimientos.
Ya hay periodistas que no van de paso a estampar en sus crónicas la exuberante Naturaleza o a enseñar que hubo un Girón que nos hizo socialistas. Ahora viven, nacen y se forman allí, al calor de la rutina diaria.
Arrastrados por la vorágine que implican los retos, llegaron muchos de los que aquí laboran, supliendo con esfuerzo y  voluntad las carencias que pudieran aparecer con un nuevo oficio, pero sobreponiéndose siempre a las adversidades y puliéndolas en el camino.
Hoy la Ciénaga no es solo un pueblo de pescadores o carboneros,  también lo es de médicos, maestros, deportistas y periodistas.  Profesionales de la prensa que ganaron su espacio en la preferencia de los cenagueros, esos que reclaman cuando no sale al aire la señal, los mismos que no conciben al Humedal sin su voz: la de la Victoria.
Foto: Ramón Pacheco Salazar 

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