Por Jessica Acevedo Alfonso y Yeilén Delgado Calvo
Foto: Ramón Pacheco Salazar
Caricatura: Orlandito
“La mujer posterga la responsabilidad de
tener un hijo porque primero quiere alcanzar una posición laboral estable y
desarrollarse profesionalmente. También, encontrar una pareja adecuada con la
cual formar familia y poseer independencia económica. Algunas se deciden
mientras viven agregadas, pero muchas aspiran a tener casa propia. Eso lleva
tiempo, además de todo lo que hace falta: el colchón, la cuna, culeros
desechables… Por eso la mayoría se queda con solo un niño”, así opina Yanelis Delgado,
contadora de 34 años y en espera de su primer bebé.
Como ella, muchas féminas en el mundo
postergan la maternidad hasta pasados los 30 años e incluso los 40; algunas
renuncian por completo al no
considerarla imprescindible para la realización personal. Ello determina la
disminución de la natalidad, es decir, la medida del número de nacimientos en
una localidad específica durante un periodo de tiempo, lo que, al unirse con el
aumento de la esperanza de vida, conlleva al envejecimiento poblacional.
Según los resultados del último Censo de
Población y Viviendas el 18.3 por ciento de los cubanos tiene 60 años y más,
mientras que solo el 17.2% posee entre cero y 14. Por su parte, la edad media
resulta de 38.8. En Matanzas viven mil 150 personas de la tercera edad por cada
mil menores de 14 años.
Tal comportamiento demográfico responde a
patrones del primer mundo, pero en Cuba toma características propias y lo
condicionan diversos factores. Entre ellos se encuentran la independencia y
nivel educacional alcanzados por las mujeres durante el proceso revolucionario
y su activa inserción en todos las esferas de la sociedad; la potenciación,
mediante el sistema de salud, de las consultas de planificación familiar y el
uso eficiente de métodos anticonceptivos.
De igual forma inciden el aumento de la
infertilidad, tanto masculina como femenina, así como el complejo escenario
económico atravesado por el país en las últimas décadas y su reflejo en los
bajos salarios y la poca disponibilidad de viviendas.
EN SU DEFENSA, OPINAN
Madelaine Zamora Rosales de 41 años,
considera que: “La situación te obliga a planificarte con tu pareja y parir lo
menos posible, por lo menos uno o dos cuando más. El punto clave en nuestro
país son los recursos. También existen vías para evitar el embarazo”.
Para Midalis González, de 32 años, resulta
difícil comparar entre el pasado y la actualidad: “Antes no trabajaban, se
dedicaban solo a tener y atender a sus bebés. Ahora la vida es más complicada,
porque la mayoría labora fuera y además tienen que hacerse cargo de los hijos.
Quien cuenta con familiares cerca puede parir con tranquilidad y que se los
cuiden, pero quien vive sola o tiene a sus seres queridos lejos, no recibe el
mismo apoyo”, añade.
“No pienso que la liberación lograda influya
porque me considero independiente y me hubiera gustado concebir más. Tengo una,
y no voy a parir otra vez, porque la economía está complicada y ese, considero
es el impedimento fundamental hoy”, explica Yarenis Soler García.
Marialys Figueredo, de 28 años, quien espera
la llegada de su primer hijo, confiesa que: “Ahora todo está más caro, tienes
que comprar una canastilla y hay muchas personas que presentan precarias
condiciones constructivas en sus viviendas. Hay quienes tienen trabajos con horarios muy
complicados y no se sienten apoyadas para asumir la maternidad”, explica la
joven.
DE RIESGOS A AFRONTAR
“Ya es raro encontrarse una mujer con más de
dos hijos. Las pacientes ven aquí a una que llega con tres y le dicen: ¡estás
loca!, ¿cómo los vas a mantener?”, relata Ángel Puig Vega, especialista de
primer grado en Medicina General Integral y Ginecobstreticia y vicedirector del
hospital materno provincial Julio Alfonso Medina.
Afirma, asimismo, que además del indudable
peso de los elementos sociales, la infertilidad se posiciona entre las causas
de la disminución del número de nacimientos. “En los hombres la originan, entre
otros aspectos, los ejercicios en exceso y el calor en la región testicular,
ocasionado por el uso de prendas muy ajustadas.
“En las hembras influyen el crecimiento del
número de abortos en menores de 20 años, las Infecciones de Transmisión Sexual
como la clamidiasis, la promiscuidad y la obesidad. Del mismo modo las
perjudica el uso de anticonceptivos intrauterinos en la adolescencia, los
cuales favorecen las inflamaciones pélvicas y las obstrucciones en las trompas”.
El doctor Puig considera que no puede
evitarse que retrasen la maternidad porque la decisión solo les corresponde a
ellas, pero alerta, de igual forma, que cuando se sobrepasan los 35 años aumentan
los riesgos.
“Generalmente a esa edad ya se ha hecho
alguna interrupción de embarazo, por lo que puede presentar problemas para
concebir. También se exacerban enfermedades crónicas como trastornos
circulatorios, hipertensión, asma o diabetes y se amplía la probabilidad de
complicaciones como la placenta previa.”
Refiere que ante esa tendencia a los
obstetras les corresponde prepararse para enfrentarla, “incluso ya se permite
la donación de óvulos en mujeres de hasta 44 años”.
PARA QUE LA SEMILLA GERMINE
En materia de acciones, el gobierno apoya la
etapa de gestación. La venta por un precio módico de una canastilla básica a
las embarazadas y el establecimiento de leyes de soporte y pago durante el
período de maternidad y lactancia, constituyen estrategias desarrolladas en
aras de crear las condiciones fundamentales a la madre y su bebé.
A ello se une el empeño del sistema de salud
en garantizar una atención médica
priorizada gratuita y eficaz a este sector, a través del Programa de Atención Materno
Infantil.
Para María Esther Alfonso Muñoz, madre de
tres hijas, los hogares maternos son
instituciones reconocidas por la solidez alcanzada en la vigilancia y
seguimiento de las gestantes. En estos sitios se vela por su calidad de vida y la
de sus retoños, y se proporciona atención especializada a quienes traen
embarazos gemelares o de trillizos”.
Los círculos infantiles y seminternados para
aquellas que mantengan una vida laboral activa, aunque todavía insuficientes, resultan
también alternativas desplegadas en virtud de potenciar el desarrollo
profesional de la madre cubana.
Si bien en el país se destinen anualmente
cuantiosos recursos humanos y materiales para fomentar la seguridad y
tranquilidad de las embarazadas, todavía persisten rezagos establecidos por
organismos que en lugar de estimular a quienes certifican el relevo,
desestimulan a las progenitoras.
Según arguye Alfonso Muñoz, “el Estado Cubano
me ha brindado todas las oportunidades para superarme profesionalmente y que mi condición no constituya un obstáculo, pero algunas
indicaciones tienden a desanimar.”
“En varias oportunidades lo he presenciado,
tan es así que anteriormente cuando decidía viajar y solicitar pasajes, tenía
que hacer la cola doble para poder comprarlo, porque solamente vendían para dos
menores de edad. Igualmente, cuando se daban las reservaciones para acceder a
los hoteles por los centros de trabajo, algunas de ellas venían con
restricciones para cuatro personas”, agrega.Especifica que estas regulaciones,
lejos de impulsar la proliferación de los núcleos familiares grandes, ocasionan
disgustos.
En un contexto donde la población cubana
tiende a envejecer cada vez más rápido, sería necesario repensar la posibilidad
de crear mecanismos que impulsen los índices de natalidad, en pos de asegurar
el relevo poblacional y, por ende, el futuro del país.
Asumir una adecuada conducta sexual, sobre
todo en edades tempranas de la adolescencia y potenciar el uso del condón, como
alternativa eficaz para evitar concepciones indeseadas que puedan devenir
posteriormente en causa de infertilidad, devienen actitudes responsables y
seguras.
Continuar potenciando políticas que
certifiquen la estabilidad emocional, de salud y económica de las gestantes y
eliminar las trabas en su inserción social, hoy deben constituir premisa para
entidades e instituciones.
La maternidad trae consigo un alto grado de
responsabilidad. Desde los primeros meses de gravidez resulta indispensable el
apoyo a la futura madre, en aras de velar por su bienestar físico y mental.
Respaldar estas decisiones generando un clímax de amor, comprensión y
tolerancia, constituyen herramientas básicas para proteger a la familia cubana
del futuro.
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