Puede
preciarse el matancero de contar entre sus reliquias con uno de los sitios
naturales más sorprendentes de la geografía cubana: la Cueva de Bellamar. Un lugar
donde la magia de caminar bajo tierra, unida a la magnificencia de sus
cristales, la erigen como destino turístico de miles de visitantes todos los
años.
La Gran Paleocaverna Bellamar es
una compleja red de galerías, que acoge variadas formas cristalinas, compuestas
por calcita y aragonito, que por su singularidad, la diferencian como única en
el mundo. Su protección a largo plazo constituye uno de los requisitos exigidos
para ser incluida dentro de la lista indicativa de sitios naturales
considerados Patrimonio de la
Humanidad. De ahí que se ejecuten las primeras diligencias
para asegurar su conservación.
“Tenemos el
gran compromiso de demostrar que su perdurabilidad en el tiempo, porque se sitúa al borde de una gran ciudad, en un
espacio que va desde el centro turístico
hasta lo conocido como Fábrica de Cubos, aproximadamente. Nuestra iniciativa
se basa en la
Permacultura, experiencia implementada en Matanzas desde hace
tres años”, explica Esteban Grau González Quevedo, delegado de la Fundación Antonio Núñez Jiménez en el territorio, institución que coordina el proyecto.
PERMACULTURA: AUTOSOSTENIBILIDAD
Introducida
en Cuba hace casi una década, la Permacultura es un sistema sostenible que vincula
armónicamente al hombre con el entorno, promoviendo el ahorro de los recursos
naturales. Como una alternativa de autosostenibilidad y resguardo del daño
ocasionado al área que coexiste en la superficie de la Cueva, nace Jardines de
Bellamar, que comprende por el momento, a quienes residen en la zona de las
comunidades La Alcancía
y Bellamar.
“Creamos
una cooperativa agropecuaria de personas que habitan sobre la Cueva, en la que se potencia
el cambio de formas de vida, la incorporación de tecnología renovable como los
molinos de viento, la energía solar, técnicas agrícolas de cultivo y otras
acciones perdidas, que nos servirán para demostrar que a partir del
mejoramiento humano podemos salvarla”, arguye Esteban.
El 2013
devino año fructífero para potenciar el vínculo con la comunidad. El desarrollo
de talleres de introducción a la Permacultura y de planificación con las entidades
de la provincia, fueron muestra de ello. Para el 2014 programan la impartición
de otros cursos relacionados con las ecoconstrucciones y la energía solar, que
incluye la confección de cocinas y hornos, con material desechable.
NUEVAS FORMAS DE CONVIVIR
Para Grau
González Quevedo los pasos iniciales ya están dados: “Hay propuestas de baños
secos, de cerrar ciclo de agua, todas de beneficio comunitario que brindan las
herramientas para proteger el medio ambiente. Reprodujimos el bosque original
que existía por eso buscamos los árboles maderables más representativos”.
También
disponen de un centro de documentación, una zona de administración y un
laboratorio de manejo del agua, todo ello situado en La Casa de la Naturaleza, local ubicado
en las inmediaciones del espacio recreativo, donde existía una granja de
pollos.
“Hoy la Cueva puede protegerse,
porque hay una voluntad política y todos los sectores sociales están de
acuerdo, hemos sido apoyados por los factores del Consejo Popular y por el
CITMA. En este empeño nos acompañan también representantes de la Unión Internacional
de la Sociedad
Espeleológica Italiana, de Francia, Suiza y organizaciones que apoyan proyectos de
desarrollo local”.
El resguardo del patrimonio natural constituye prioridad. La inserción
de nuevas formas de vida, articulada al interés de los habitantes, ha posibilitado que en breve
tiempo la iniciativa fructificara. Sirva esta iniciativa como motor impulsor
para continuar el fomento de novedosas alternativas en función de la
preservación del entorno.
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